¿A quién nos queremos parecer?
En las siguientes elecciones del 1 de julio se decidirá el futuro próximo del país. Del resultado dependerá si vamos para atrás o vamos para adelante en muchos temas. Uno de ellos es el del tipo de Estado que tendremos: más laico o más confesional. No me cabe la menor duda de que si ganan Morena y el PES, a pesar del seudojuarismo de AMLO, tendremos un Estado menos laico y a la religión metiéndose en las políticas públicas. Lo cual es mala noticia para los derechos de las mujeres y las minorías de todo tipo, que no compartan los postulados morales del líder o de sus adeptos. Podemos dar por hecho que, si ellos ganan, tratarán de limitar los derechos de todos aquellos que no se ajustan a su ideal de moralidad. ¿O usted cree que los diputados del PES no se van a dedicar a lanzar iniciativas para penalizar el aborto, frenar el matrimonio igualitario, deshacer las restricciones políticas a los ministros de culto e introducir la religión en la escuela pública? Y no es que el PRI lo vaya a hacer mejor. Meade se ha cansado de decir que es católico practicante, como si fuera relevante para su gestión pública. Mikel, su candidato a Ciudad de México, abrazó también un programa abiertamente conservador. El candidato panista, Anaya, que también se declaró “a favor de la vida” ( whatever that means), tiene por lo menos una plataforma conjunta con el PRD (único partido que se ha declarado abiertamente en favor del derecho de las mujeres a decidir y de aquellos de las minorías sexuales), la cual lo obliga a no dar marcha a atrás a ninguno de los avances alcanzados en estas materias.
Mientras esto sucede, uno ve que países como Irlanda, España o Argentina están avanzando en la construcción de un Estado más laico. Nada más y nada menos que en la tierra natal del papa, ahora se está discutiendo en su Congreso una ley para que no sea penalizada la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14. En Irlanda, país también mayoritariamente católico y donde existe ya el matrimonio gay, igualmente se acaba de derogar una enmienda que prohibía el aborto, abriendo el camino para que el parlamento nacional legisle en ese mismo sentido. Y en España el nuevo presidente del Gobierno por primera vez prometió (no juró) defender la Constitución sin que lo avalara la Biblia y un crucifijo. La pregunta simple es: ¿a quién nos queremos parecer? ¿A España e Irlanda, o a Arabia Saudita e Irán? M