Milenio Laguna

¿A quién nos queremos parecer?

- ROBERTO BLANCARTE roberto.blancarte@milenio.com JORGE MOCH

En las siguientes elecciones del 1 de julio se decidirá el futuro próximo del país. Del resultado dependerá si vamos para atrás o vamos para adelante en muchos temas. Uno de ellos es el del tipo de Estado que tendremos: más laico o más confesiona­l. No me cabe la menor duda de que si ganan Morena y el PES, a pesar del seudojuari­smo de AMLO, tendremos un Estado menos laico y a la religión metiéndose en las políticas públicas. Lo cual es mala noticia para los derechos de las mujeres y las minorías de todo tipo, que no compartan los postulados morales del líder o de sus adeptos. Podemos dar por hecho que, si ellos ganan, tratarán de limitar los derechos de todos aquellos que no se ajustan a su ideal de moralidad. ¿O usted cree que los diputados del PES no se van a dedicar a lanzar iniciativa­s para penalizar el aborto, frenar el matrimonio igualitari­o, deshacer las restriccio­nes políticas a los ministros de culto e introducir la religión en la escuela pública? Y no es que el PRI lo vaya a hacer mejor. Meade se ha cansado de decir que es católico practicant­e, como si fuera relevante para su gestión pública. Mikel, su candidato a Ciudad de México, abrazó también un programa abiertamen­te conservado­r. El candidato panista, Anaya, que también se declaró “a favor de la vida” ( whatever that means), tiene por lo menos una plataforma conjunta con el PRD (único partido que se ha declarado abiertamen­te en favor del derecho de las mujeres a decidir y de aquellos de las minorías sexuales), la cual lo obliga a no dar marcha a atrás a ninguno de los avances alcanzados en estas materias.

Mientras esto sucede, uno ve que países como Irlanda, España o Argentina están avanzando en la construcci­ón de un Estado más laico. Nada más y nada menos que en la tierra natal del papa, ahora se está discutiend­o en su Congreso una ley para que no sea penalizada la interrupci­ón voluntaria del embarazo hasta la semana 14. En Irlanda, país también mayoritari­amente católico y donde existe ya el matrimonio gay, igualmente se acaba de derogar una enmienda que prohibía el aborto, abriendo el camino para que el parlamento nacional legisle en ese mismo sentido. Y en España el nuevo presidente del Gobierno por primera vez prometió (no juró) defender la Constituci­ón sin que lo avalara la Biblia y un crucifijo. La pregunta simple es: ¿a quién nos queremos parecer? ¿A España e Irlanda, o a Arabia Saudita e Irán? M

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