Epidemia de la gripa continuaba en el país
En la capital se rumoraba que era influenza española y las autoridades sanitarias seguían, como según se dice “haciendo concha”, pues aún no se tomaban las medidas al respecto
Los doctores Rodhe y Sánchez determinaron que el microbio que causaba aquello era un bacilo-coco de Pfeiffer, muy malo. Conmocionó a la región la muerte de un niño de 13 años. Amador H. de la misma edad, sacó de un cajón de su casa la pistola escuadra del padre, un comerciante sirio. Salió a la calle echándose la pistola en el bolsillo y se la enseñó a su compañero de escuela Ernesto W. También se encontraron a Rafael M.
Pensaban que el arma estaba descargada y en la llamada avenida Ferrocarril hoy bulevar Revolución y calle Rodríguez, Ernesto le apuntó jugando a Rafael, quien recibió un tiro en el corazón, que le causó la muerte en el hospital. Amador y Ernesto se fueron a sus casas. A Amador su mamá lo llevó a la comisaría. Ernesto se fue a Gómez pero también fue entregado.
Un gringo y un mexicano encontraron una horrible muerte en Piedras Negras. Iban de polizontes en un vagón de tren con la intención de cruzar la frontera a EU, pero en la aduana de Eagle Pass, los vagones fueron fumigados como se había instruido al personal, pues no querían nada de cosas raras por allá. Los pobres fallecieron asfixiados.
El cónsul mexicano en Nueva York se aventó la dominguera y propuso al senado gringo que los mexicanos que fueran a trabajar allá a los EU, lo hicieran sin requisitos. Los requisitos eran: pagar ocho dólares, saber leer y escribir y llevar dinero suficiente para sobrevivir un mes. Claro que eso no iba a pasar.
Se informó al Departamento de Estado gringo, por parte de las autoridades mexicanas, que los presuntos plagiarios del yanqui Joseph Askew habían sido localizados. Esa era la buena noticia, la mala era que los secuestradores todavía tenían en su poder al señor Askew, no se sabía si vivo o no, y se prometió darles alcance para ver donde estaba el ciudadano.
En Brasil los diarios alabaron el modo en que el presidente Carranza estaba lidiando con los gringos, destacando su tacto exquisito y su suma discreción. Deseaban que el asunto concluyera en los mejores términos justo por las eficaces labores de Carranza.
América del Sur insistía con una visita del rey de España a tierras americanas. Según esto con el fin