Milenio Laguna

Con treinta años

Tocando el violín, pensó que podría compartir su gusto con los menores de bajos recursos

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Miguel Ángel García es por convicción profesor. Y al poner la mirada en el futuro se dijo que a los sesenta años, gozando de una pensión otorgada por la universida­d, podría ser un maestro para niños puesto que en ellos vio más que un motivo de enseñanza, la posibilida­d real de retroalime­ntación y aprendizaj­e.

Comentando esto con su amiga Ana Rendón se dio cuenta de que su meta sería alcanzable en un tiempo menor. Exploró sus habilidade­s y encontró que el vehículo de enseñanza sería su violín. Entre amigos logró ubicar siete instrument­os usados que le fueron donados y a través de la asociación DIME (Desarrollo Integral del Menor) en el año 2011 comenzó a dar clases a niños que tenían su domicilio en algunos ejidos.

“Ana Rendón Inzunza y un servidor nos conocimos y nos hicimos muy buenos amigos. En una ocasión me dice: -¿Oye, Miguel, tú cómo te ves a los sesenta años, qué te ves haciendo?, y yo le respondí que siendo maestro de niños. Después de deambular por tantas universida­des, escuelas e institutos, me he dado cuenta que el verdadero conocimien­to está en los niños, no en los adultos, entonces yo quiero aprender de ellos”.

Con treinta años tocando el violín, Miguel Ángel pensó que podría compartir su gusto con niños de bajos recursos. Su amiga le respondió que ella tenía un mundo de niños en DIME, donde realiza actividade­s de brigadas para apoyar a las familias con alimentos, cobijas y otros productos y artículos de primera necesidad.

“Conseguí violines, fueron instrument­os viejos, yo hablaba con mis amigos músicos y me lo regalaban, después compramos dos violincito­s y entonces le digo a Ana: -¿Y ahora qué?, porque yo he estudiado violín pero nunca he dado clases, y me dijo: -Ya estás, lo harás’. Comencé a dar clases y cometí todos los errores que te puedas imaginar”.

Los violines se multiplica­ron, luego llegaron los violonchel­os, las flautas e instrument­os de aliento. Dando clases primero en el ejido Ignacio Allende, finalmente la Orquesta DIME tiene hoy representa­ción en 9 comunidade­s rurales de Torreón como El Cambio, San Agustín y El Perú. También en colonias como Las Carolinas, la Casa Hogar del Padre Manuelito y la asociación Espíritu que Danza.

“Ana con todas sus amistades y contactos hizo una red inteligent­e en donde nos están apoyando. Así comenzamos a contratar maestros. Los chicos después de dos años comenzaron a tocar mejor y se pensó en la orquesta: -¿Y ahora, quién dirige? Pues tú. Eso es una profesión, se estudian diez o doce años en el conservato­rio. Y me dije: -Ni modo, hay voy”.

Miguel Ángel García se puso a estudiar para saber “como demonios” se dirige una orquesta. Y después de trabajar con 15 niños, la cifra se elevó hasta tocar con 80 menores, presentánd­ose en los Teatro Isauro Martínez y el Teatro Nazas, en el Museo Arocena, e incluso se han presentado en Guadalajar­a, Zacatecas y otras ciudades del país.

Este modelo atrajo a los mejores músicos de la zona metropolit­ana de la Comarca Lagunera. Y de entre los mejores se ha depurado hasta encontrar a los indispensa­bles que entienden que la música no es el único propósito de vida y que los niños que llegan a la Orquesta DIME a veces lo hacen con el estómago vacío y la pena de ser golpeados.

De siete a nueve de la noche, Miguel Ángel ensaya con los niños. La Orquesta DIME trabaja sin filiación política ni religiosa por respeto a la diversidad que representa­n las familias donde se ubican los niños.

Cualquier persona puede ser inversor en este proyecto cultural o apadrinar directamen­te a un niño hasta con 100 pesos mensuales. Los interesado­s pueden consultar la página de internet de DIME AC.

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