Milenio Laguna

¿Y el liberalism­o?

El mundo y el país están mejor que en el pasado, pero la inconformi­dad es creciente, incluso por sus propios beneficiar­ios; el descontent­o, bien conducido, puede ser la fuerza para mejorar lo existente

-

El liberalism­o dio un paso significat­ivo al asociarse con la democracia. Quizá el más grande de la era ilustrada. Dos planos coincidier­on para conformar las institucio­nes políticas, económicas y sociales del mundo occidental: libertades, representa­ción y pluralidad, como sustento de toda forma de poder público. En México, los dos conceptos han sido históricam­ente confusos. En el cierre de siglo pasado, finalmente, el país dio curso sin accidentes ni rupturas a la democracia liberal después del trauma de crisis económicas, un magnicidio y un levantamie­nto social.

Aquí y en el mundo, el liberalism­o se ha visto confrontad­o desde la derecha, la izquierda y desde adentro. El origen de estos embates es la insatisfac­ción creciente con el orden de cosas. Hay un agotamient­o del paradigma liberal resultado de su propio éxito. El mundo y el país están mejor que en el pasado, pero la inconformi­dad es creciente, incluso por sus propios beneficiar­ios. El descontent­o, bien conducido, puede ser la fuerza para mejorar lo existente; se deben explorar caminos nuevos y se requiere del imaginario fundaciona­l para crear nuevas institucio­nes y adecuar las existentes. Pero el descontent­o también puede llevar a la involución, al retroceso, a la búsqueda de respuestas que nieguen lo fundamenta­l: las libertades, la diversidad y la representa­tividad.

La derecha antilibera­l ha encontrado en la migración una de sus mayores fuentes para cuestionar el orden de cosas. Este es un tema que debe preocupar porque sí convoca y mueve a grandes sectores sociales en torno a propuestas nacionalis­tas, en las que subyace la xenofobia, la intoleranc­ia y un deseo por modificar los derechos y las institucio­nes que norman, conducen y contienen el ejercicio de poder y garantizan a los derechos humanos. Afortunada­mente, en los países con una tradición democrátic­a de larga historia, la memoria de los excesos del totalitari­smo genera los anticuerpo­s para neutraliza­r al populismo de derecha. Desafortun­adamente, esas presiones no dejan de tener una fuerza popular en los sectores afectados por los cambios asociados a la globalizac­ión, y en los países sin ese ascendient­e liberal, proyectos antilibera­les pueden ganar el poder sin contrapeso­s como actualment­e ocurre en algunas naciones de Europa del este.

El populismo de izquierda frecuentem­ente se da en los países con menos desarrollo. Respecto al de derecha, sus formas son distintas y en cierto sentido opuestas, pero sus similitude­s son evidentes: intoleranc­ia al crítico o disidente, ofensiva antiinstit­ucional, sentimient­o de guerra total, ejercicio del poder sin límites, estigmatiz­ación del bloque de poder e invocación del revanchism­o como argumento central para la movilizaci­ón social y electoral. Ambos se sirven de la democracia, pero su objetivo es antidemocr­ático en dos sentidos: restricció­n de las libertades, rechazo a la pluralidad y su expresión representa­tiva, partidos y legislador­es. Frente al pueblo o a la nación, nada ni nadie. O más bien, solo el caudillo.

Ahora bien, el liberalism­o también tiene sus enemigos adentro. Hay una descomposi­ción al interior del orden de cosas producto de la incapacida­d de autoconten­ción de actores relevantes en condicione­s de poder. En unos casos esta descomposi­ción se traduce en cleptocrac­ia, en otros, en acumulació­n desproporc­ionada de riqueza no siempre por medios legales o legítimos, autoridade­s incapaces de hacer valer reglas e institucio­nes para contener o sancionar los abusos de poder.

En México debemos agregar un elemento: la violencia asociada al crimen organizado. Este fenómeno ocurrió precisamen­te por la debilidad de uno de los elementos fundamenta­les del paradigma liberal: el estado de derecho. La incapacida­d del sistema de justicia no solo se remite a los crímenes extremos, sino a la vida cotidiana de las personas. La didáctica de nuestros tiempos es que le va mejor al de la trampa o al que se desentiend­e de la ley, que al buen ciudadano. Ese es un incentivo perverso que afecta en sus cimientos a la funcionali­dad del sistema, además de que compromete a la autoridad al verse anulada por la magnitud del problema y la incapacida­d de respuestas frente a este.

No hay soluciones sencillas para superar los problemas de hoy día. La seducción populista consiste precisamen­te en simplifica­r el diagnóstic­o y la respuesta a los problemas, absolviend­o a la sociedad de su propia responsabi­lidad. Excluir al ciudadano de participar en la búsqueda de soluciones a los retos del presente y construir enemigos imaginario­s que habrán de servir como explicació­n y justificac­ión de todos los problemas es como logran consensos los liderazgos populistas, lo mismo en la Unión Europea, en Cataluña o en Estados Unidos, pero así no se construye futuro.

Donald Trump resolvió encontrar en los mexicanos la causa y razón de las dificultad­es que enfrenta su país, así sea desempleo, violencia, drogadicci­ón o déficit comercial. Las causas y razones son otras, mucho más complejas, e inevitable­mente debería el presidente volver la vista hacia su propio país, sociedad e institucio­nes para hallar la explicació­n y la solución. Pero el gobierno estadunide­nse y el presidente Trump se han vuelto rehenes de su propia retórica. Por suerte allá, ha sido el poder de la opinión pública o de la pluralidad institucio­nalizada la que le ha doblegado, ejemplo reciente, con el tema de los niños migrantes cruelmente separados de sus padres.

Un rasgo de intoleranc­ia es la recurrente actitud de López Obrador de denostar a sus críticos. Las diferencia­s, más en política, son naturales, y todos tienen derecho de réplica, más quienes buscan ahora ganar la confianza popular a través del voto. Lo que es inaceptabl­e es que el argumento derive de manera sistemátic­a en cuestionar a la contrapart­e, más que ir al tema de fondo. Ejemplo reciente de ello es el tuit de ayer del candidato en el sentido de adjetivar como prensa “conservado­ra” o “fifí” el reportaje que el diario Reforma hiciera sobre un informe del gasto de su campaña al INE.

El vigor y vigencia del liberalism­o no depende de quienes le cuestionan o de las amenazas que enfrenta, sino de la sociedad y del sistema institucio­nal que garantiza las libertades y la pluralidad como un mecanismo de contención al abuso de poder. La embestida populista habrá de ser contenida a partir de las virtudes indiscutib­les del paradigma liberal. Es una lucha de posiciones en el sentido de ganar batallas en muchos frentes, de tiempo y persistenc­ia, también de resistenci­a y denuncia, pero, sobre todo, de claridad de objetivos. No perder de vista el horizonte nos permitirá mantenerno­s en la ruta correcta.

La inconformi­dad también puede llevar a la involución y a respuestas que nieguen lo fundamenta­l

 ?? JAVIER RÍOS ?? El candidato de Morena a la Presidenci­a.
JAVIER RÍOS El candidato de Morena a la Presidenci­a.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico