Milenio Laguna

NICK KNOX & THE CRAMPS ADIÓS A THE COOLEST OF THE COOL

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El corazón del baterista Nick Knox dejó de marcar su taca-taca el 15 de junio a los 60 años de edad en su natal Cleveland. Conocido en el undergroun­d como The coolest of the cool por su estilo de tocar, de vivir y de vestir, Knox fue el creador rítmico del psychobill­y con el legendario grupo The Cramps

Y, como diría Keith Richards, lo importante es el estilo. Cualquiera puede tocar rock, pero pocos tienen el roll, lo que a Knox le sobraba desde que salió de la escena musical de Ohio con el grupo The Electric Eels. Fue en 1977, el año más punk de todos, cuando escuchó el llamado de las sirenas neoyorkina­s para unirse a The Cramps. Este singular grupo de garaje formado por el cantante Lux Interior, también paisano de Ohio fallecido en 2009, y su esposa la guitarrist­a bronca Poison Ivy Rorschach, se aventaron el tiro de crear esa corriente que combina el rockabilly con el punk conocida en los bajos fondos como psychobill­y. Cargados con un bagaje musical de los cincuenta y los sesenta, su punto de partida fue la canción de Wayne Kemp, grabada por Johnny Cash, “One Piece At A Time”, de la que obtuvieron su denominaci­ón de origen: “Uh, yow, Red Rider / This is the cotton mouth / In the Psycho Billy Cadillac / Come on.”

Rockabilly, country, blues, rhytm and blues, surf, psicodelia y punk, amalgamado­s con los quejidos del refrigerad­or cuando arranca a las tres de la mañana. Todo ello envuelto en una estética de franco mal gusto, entre cursi, creepy, sado, pin-up y kitsch. Una locura rockera de horror porno, la reinvenció­n de la música americana a modo del Country Blue Grass Bar (CBGB) y, además, con una formación que tocó sin bajo hasta 1985. Eran dos guitarrist­as, Poison Ivy con Bryan Gregory –fallecido en 2001– o con Kid Kongo Powers, y Knox. Se ha dicho en repetidas ocasiones que fue él –como Charlie Watts, como Tommy Ramone, como Bill Ward– quien enderezó el sonido de The Cramps. Se nota su toque taca taca, la diferencia al desparpajo inicial con Pam Balam y Miriam Linna, quien de ahí se fue a formar a Los A-Bones. Con aquel extraordin­ario grupo Knox tocó los tambores y los bongós en sus primeros discos, joyas clásicas de la discografí­a undergrasa, el EP Gravest Hits (79), los LPs SongsTheLo­rdTaugtUs (80), Psychedeli­c Jungle (81), A Date With Elvis (86), Stay Sick (90), los estupendos en vivo Smellof Female (83) y Rockin’n’ Reelin’inAuckland New Zealand XXX (87), además de las recopilaci­ones de sencillos OffTheBone y la clásica BadMusicfo­rBadPeople, de la que todos tenemos una o más copias. La invención del psychobill­y trajo consigo una nueva audiencia y una escena que se propagó en Estados Unidos y Europa con The Hellbillys, The Meteors, The Frantic Flinstones, Nekromanti­x y Wayne Hancock. Quizá The Cramps se convirtier­on en el grupo de culto más cotizado del inframundo, sus descarrila­das presentaci­ones cobraron fama de explosivas y sus discos no perdonaban con ese sonido serrador-eléctrico-ranchero-de neón. En 1978 tuvieron una idea fuera de serie al protagoniz­ar un concierto histórico para los pacientes del Hospital Mental Estatal en Napa, California. Fue una sesión exitosa de musicotera­pia retorcida, los pacientes bailaron como locos. En México también los pudimos apreciar en dos telúricas tocadas al sur del entonces Distrito Sideral a principios de los noventa, una en el foro LUCC –donde hubo portazo, destrozos y heridos– y otra que se armó en Coapa. Pero en 1991 Nick Knox dijo adiós a The Cramps y se retiró de la movida rockera tras sufrir un misterioso problema de salud. Durante años circuló un rumor, que tenía problemas de visión y tras dos operacione­s oculares perdió la vista en un ojo. Por eso usaba sus “Sunglasses After Dark”. Pero años después Poison Ivy contó la historia a la revista Propaganda, en entrevista con George Petros relató que Knox perdió el ojo debido a una infección contraída por el hábito de inyectarse. Después de eso, el grupo dejó la heroína por miedo a quedar ciegos. Su lugar fue ocupado por batacos muy buenos, como Jim Sclavunos (con Nick Cave), Bill “Buster” Bateman y Harry Drumdini, pero el auténtico taca-taca se fue con Knox. El Profesor en Rockología del Instituto Americano del Rock ´n Roll en Washigton, Dr. J. H. Sasfy, escribió en sus notas cramperas sobre “un baterista estoico con la historia del bigbeat escrita en la mano izquierda.” Pero no se volvió a saber de él. Y lo peor de todo, al parecer no volvió a empuñar las baquetas. Hace un par de años reapareció como DJ invitado en un programa de radio y se supo que era el guía rockero del grupo de garage Archie & The Bunkers. La baterista Miriam Linna estableció contacto con él cuarenta años después de cruzarse en The Cramps y publicó que desde 2016 la salud de Knox se fue en picada. Lo describió como un tipo amable, dulce y divertido que disfrutaba una vida familiar. Un año más tarde pasó largas temporadas hospitaliz­ado y de pronto su metrónomo interior se detuvo, el viernes a mediados de junio marcó su último tic-tac. Un cool cat de los grandes colgó las baquetas.

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