Amnistía, y lo demás
En el programa para combatir la inseguridad de López Obrador hay ideas muy originales, como procurar la profesionalización de las policías o perseguir el lavado de dinero. Y los nombramientos tienen mucho sentido. Están los señores Mondragón y Gertz Manero por su muy exitosa experiencia de los últimos dieciocho años, que ha hecho a México más seguro. Y al mando el señor Durazo porque no tiene ninguna experiencia y puede mirar el problema sin ideas preconcebidas (¿por qué no apretamos el botón rojo, a ver qué pasa?).
Algunos aspectos son más preocupantes. Por ejemplo, llamar para pedir ayuda al papa Francisco. O consultar a líderes religiosos, y crear comisiones de la verdad encabezadas por sacerdotes. La verdad, no es muy tranquilizador que empiecen por encomendarse a dios.
La amnistía es sin duda una buena idea. Se podría empezar por aclarar si lo que se quiere es indulto, amnistía o un sistema de “justicia transicional”. No es lo mismo. Pero no es muy sensato meterse de entrada en el pantano de distinguir a los buenos de los malos, para asegurarnos que se va a perdonar a los buenos, pero no a los malos. Porque en el tercer párrafo estamos en que la amnistía será para niños y adolescentes sentenciados, pero no para el crimen organizado, sí para quienes han sido cooptados, pero no para crímenes violentos, sí para las mujeres que cometen delitos “por amor”, pero no para narcotraficantes. No se acaba nunca.
La amnistía es indispensable porque el sistema penitenciario es una tragedia. El primer paso parece obvio: los delitos sin víctima, es decir, los delitos contra la salud, que tienen saturadas las cárceles. Pero por supuesto eso tendría que acompañarse de la legalización de la mariguana: que sea legal como es en Estados Unidos, porque nuestro problema de salud pública no es la gente que se muere por consumir mariguana, sino la que se muere porque está prohibida.
Por otro lado, la despenalización de las drogas, empezando por la mariguana (empezando por ahí), provocaría una transformación en la estructura política del campo mexicano como no la hemos visto en generaciones. Es el riesgo, es la oportunidad: la Cuarta Transformación, ¿por qué no? Solo con un párrafo en la Ley General de Salud.