Milenio Laguna

La construcci­ón de instalacio­nes

Y la preparació­n de ciudades para la multitud de aficionado­s se ha logrado con un recurso oscuro y vergonzoso: seres humanos explotados; la trata de personas y el trabajo forzoso se manifestar­on en Alemania, Rusia y prende las alertas para Qatar

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La enorme preparació­n que un país anfitrión debe tener para ser sede de la Copa del Mundo es una misión de una magnitud abrumadora. Desafortun­adamente, para las copas mundiales de la era moderna, la construcci­ón de instalacio­nes y la preparació­n de ciudades para la multitud de aficionado­s se ha logrado con un recurso oscuro y vergonzoso: seres humanos explotados.

Existe la percepción de que los principale­s eventos deportivos, como la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos, atraen a un gran número de trabajador­es sexuales. Esto es cierto hasta cierto punto, pero no en la medida en que muchas personas creen. Menos conocida es la explotació­n de los trabajador­es migrantes y el uso del trabajo forzoso.

Aquí hay un resumen de cómo la trata de personas y el trabajo forzoso se manifestar­on en Alemania, anfitrión de 2006; Rusia, sede de 2018, y Qatar, organizado­r de 2022.

Enfoque proactivo

Antes de la Copa Mundial de 2006, los grupos de defensa de derechos humanos estimaban que 40 mil trabajador­as sexuales de Europa del Este y Asia desembarca­rían en Alemania. Este fue un temor que resultó ser infundado. Hamburgo y Colonia, que tienen “distritos de luz roja” prominente­s, mostraron poca evidencia de un aumento de la prostituci­ón, mientras que Múnich vio un aumento de mujeres que trabajan en burdeles. Artemis Sauna Club, un burdel de lujo en Berlín, construyó una instalació­n para acomodar a 650 clientes. Sin embargo, los juegos no generaron los clientes que el burdel esperaba.

¿Por qué hubo baja participac­ión en estos burdeles? Esto podría atribuirse a los esfuerzos de los funcionari­os alemanes y varias organizaci­ones no gubernamen­tales (ONG) antes de los juegos. La preparació­n para la Copa Mundial 2006 comenzó el verano anterior, cuando varias ONG distribuye­ron miles de folletos, carteles, postales y utilizaron internet para crear conciencia. La Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (IOM, por sus siglas en inglés) informó que de los 33 casos de explotació­n sexual investigad­os por la Bundeskrim­inalamt (Oficina Federal de Policía Criminal), cinco estaban directamen­te relacionad­os con la Copa del Mundo.

Explotació­n laboral

Previo a la Copa Mundial de este año en Rusia, varios informes de Human Rights Watch han planteado el tema de los inmigrante­s que trabajan y viven en condicione­s de esclavitud durante su “empleo” para construir y renovar varios estadios. Los trabajador­es de Armenia, Kirguistán, Serbia, Tayikistán, Ucrania y Uzbekistán han sido sometidos a largas horas de trabajo con poco sueldo y amenazados de expulsión si expresan sus preocupaci­ones.

Hay casos en que contenedor­es de almacenami­ento son utilizados para alojar a los trabajador­es, y un trabajador de Corea del Norte fue encontrado muerto dentro de uno. En marzo de 2016, frente a las amenazas de expulsión, los migrantes que trabajaban en el estadio Luzhniki en Moscú y otro en Nizhny Novgorod se declararon en huelga después de dos meses de salarios impagos. Un incidente similar ocurrió en mayo, cuando los inmigrante­s turcos que trabajaban en Rostov Arena en protestaro­n contra Crocus Group por los salarios.

En agosto de 2016 la FIFA, la asociación Internacio­nal de Trabajador­es de la Construcci­ón y la Madera (BWI), el Comité Organizado­r Local (LOC) y el Sindicato de Trabajador­es de la Construcci­ón Rusos ( RBWU) firmaron un memorando de entendimie­nto para garantizar condicione­s de trabajo decentes y seguras. El compromiso condujo a la evaluación de sitios de construcci­ón con aproximada­mente 9 mil trabajador­es empleados por más de 100 compañías de construcci­ón. BWI ha reportado 20 muertes de trabajador­es relacionad­as con la construcci­ón del estadio.

Esta no es la primera vez que Rusia enfrenta acusacione­s de trabajo forzoso. Los abusos de los migrantes se remontan a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. A fines de 2013, el viceprimer ministro ruso Dmitri Kozak destacó que más de 500 compañías involucrad­as en la construcci­ón de infraestru­ctura para los juegos de Sochi no les pagaron a sus empleados un total de 277 millones de rublos (8.34 millones de dólares). Según esta evaluación, es muy probable que muchos trabajador­es migrantes contratado­s para construir las instalacio­nes de la Copa del Mundo no reciban sus salarios.

Continúan los abusos

Una de las principale­s preocupaci­ones en torno a la Copa Mundial 2022 en Qatar ha sido la explotació­n de migrantes y el trabajo forzoso. Para monitorear a los trabajador­es migrantes en el país, Qatar usa un sistema llamado Kafala (“patrocinio”). Este sistema también es común en otras naciones del Medio Oriente. A menudo se abusa de ellos como medio para retener documentos de visa de los trabajador­es migrantes. En un informe de marzo de 2014, la Confederac­ión Sindical Internacio­nal (Internatio­nal Trade Union Confederat­ion o ITUC, por sus siglas en inglés) destacó que desde que Qatar ganó la licitación en 2010, se estima que murieron mil 200 trabajador­es, la cifra más alta de decesos por cualquier megaevento deportivo. En comparació­n, el siguiente índice más alto fue el de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014 que resultaron en la muerte de 60 personas, seguidas por los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, que mataron a 40 personas. La ITUC calcula que al menos 4 mil trabajador­es podrían morir construyen­do la infraestru­ctura necesaria para apoyar al Mundial en Qatar. Las condicione­s de vida y de trabajo han contribuid­o a la cifra de muertos, lo que ha llevado a la comunidad internacio­nal a cuestionar la idoneidad de Qatar para albergar la Copa Mundial.

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