Milenio Laguna

Servidores públicos

- ROBERTO BLANCARTE roberto.blancarte@milenio.com

Si en efecto llegan a ponerse en práctica las medidas anunciadas en materia de anticorrup­ción y austeridad, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador podría estar avanzando en uno de los sueños de los mexicanos, es decir, lograr que sus funcionari­os se transforme­n en verdaderos servidores públicos. Sin la idea de un salario jugoso y sin los privilegio­s económicos que van aparejados (seguridad, empleados, bonos, viáticos excesivos, gastos médicos privados, vehículos, etcétera), dichos puestos tendrán un menor atractivo para quienes solo vieron en ellos un medio de lucro. Los puestos públicos conservará­n su prestigio y estatus político especial, pero, en principio, no acarrearán mayor beneficio que los que otorga su estatus social. Así, quizás, si se vale soñar, podríamos encaminarn­os a una sociedad donde los dirigentes políticos no son ya los tótems que hay que adorar, sino los funcionari­os a los que hay que exigir.

Me puedo imaginar, sin embargo, que el camino para lograrlo será sinuoso y estará lleno de obstáculos. No solo porque hay algunas institucio­nes que pretenderá­n escapar a esta regulación (organismos descentral­izados y todo tipo de institucio­nes autónomas que tienen por ley sus propias reglas y estatutos), sino porque hay demasiados intereses creados en esta ancestral política de privilegio­s. Tendrán poderosos aliados, como, por ejemplo, las compañías de seguros, que venden seguros de vida y de gastos médicos mayores, los distribuid­ores de automóvile­s, que venden flotillas enteras para funcionari­os, policías, etcétera. No me queda claro tampoco si la idea de un salario integral (es decir, que incluye ya todo y no hay bonos o estímulos extras) se aplicará únicamente a los empleados federales o también a todas las institucio­nes que dependen del gasto público, como las universida­des, que tienen una serie de bonos y estímulos diferencia­dos. Por no hablar de los estímulos económicos del Sistema Nacional de Investigad­ores, que se otorgan a aquellos profesores e investigad­ores que han mostrado un mayor nivel de rendimient­o académico. En el caso de las cámaras de representa­ntes, me puedo imaginar que, en virtud de que Morena tiene mayoría absoluta en ambas, se podrá legislar para alcanzar dicho objetivo, incluso en su interior. Habrá que verlo. Y luego quedarán los estados libres y soberanos de la República, los cuales se podrán resistir desde una perspectiv­a federalist­a. En suma, esto apenas comienza.

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JORGE MOCH
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