“Traducir a Chéjov significó, ante todo, no traicionarlo”
El editor y crítico literario español tardó al menos 7 años en verter al castellano los cuatro volúmenes de cuentos del escritor ruso
Se puede hablar de unos siete años de trabajo editorial de Paul Viejo para concluir los cuatro volúmenes que conforman AntónP.Chéjov.Cuentoscompletos, un proyecto impulsado por el sello español Páginas de Espuma, pero el esfuerzo del editor es de toda una vida como lector y como investigador para ofrecer este retrato de uno de los autores rusos más importantes de la literatura universal.
“Teníamos una visión parcial de Chéjov, limitada a grandes cuentos o a cierta época, pero ahora el lector la va a tener toda. Podrá apreciar que no solo estamos ante ese gran escritor, a quien ya valorábamos, sino ante una trayectoria: nos permite ver desde sus inicios a un escritor con talento, con todas las torpezas de un hombre de 20 años, hasta esa maestría que llega a tener al final”.
El trabajo desarrollado por Viejo fue múltiple: no solo se encargó de la traducción de los inéditos de Chéjov, alrededor del 30 por ciento del total de cuentos reunidos, también eligió las que, a su parecer, eran las mejores traducciones al español de los cuentos —en el segundo volumen se encuentra a Sergio Pitol, por ejemplo—, hasta constituir una mirada completa de su obra, donde cada uno de los volúmenes se acompaña de cuando menos 60 páginas de introducción.
Sencillez y complejidad
AntónP.Chéjov.Cuentoscompletos se dividió cronológicamente: el primer volumen va de 1880 a 1885, el segundo abarca los dos años más fecundos en su obra, 1885-1886; sigue de 1887 a 1893, para terminar con el periodo de 1894 a 1903, cuando, según Viejo, produjo sus mejores cuentos.
“En cuanto al proceso de traducción, la dificultad de Chéjov es precisamente lo que parece fácil de su lectura: es un escritor sencillo, preciso, sin palabras rebuscadas, por lo que se debe elegir la palabra exacta y no vale ninguna otra. No se vale hacer una metáfora o dar un rodeo, porque el estilo de Chéjov es la precisión”.
Para el editor, ninguna traducción puede ser igual al texto original; al final, se lleva de un lado a otro a ese escrito, si bien recordó que Harold Bloom también solía decir que para construir una traducción, “primero hay que destruir el texto y ya luego surgirá algo nuevo.
“Tengo un gran respeto por Chéjov”, dice Viejo, “y eso ya es una losa sobre la espalda: no puedo traicionar al autor que más admiro. Hay más trabajo y paciencia, hay algo en la traducción que requiere no solo el conocimiento del idioma y de la cultura, sino ponerse en la piel del otro, llegar a estudiar tanto a ese autor que puedas intuir lo que está haciendo en determinado cuento”.
A más de 110 años de su muerte, el interés por Chéjov ha sido sorprendente, como se ve en la recepción de los volúmenes publicados por Páginas de Espuma, en gran parte porque ofrece información que no se encuentra en antologías y porque permite conocer hasta cuentos inéditos, gracias a una pregunta que se hizo el compilador: “¿Por qué unos cuentos sí se habían traducido y otros no?” “La mentalidad de Chéjov no era puramente testimonial, sino que buscaba pensar acerca de su situación personal, la social y la política, como una manera de mirar hacia adelante. Conocíamos los últimos años del escritor ruso, pero los cuentos reunidos en este cuarto volumen, alrededor de 30, absolutamente todos son buenos”.