La participación social y el fraude en Puebla
Contra un pueblo consciente de sus derechos y movilizado, no hay mafia en el poder que resista
Los protagonistas del pasado proceso electoral fueron los ciudadanos. Este es un aspecto que no puede y no debe perderse de vista. Si la democracia mexicana funciona, es porque la ciudadanía participó en todas las etapas del proceso. Me refiero a los más de 89 millones de mexicanos que se inscribieron en el padrón electoral, que conservaron, renovaron o actualizaron sus datos electorales, dentro y fuera del país, a los que participaron como funcionarios de casilla o como observadores electorales. Hablo de millones de mujeres y hombres que el pasado 1 de julio ejercieron libremente su derecho al voto.
El gran cambio político que significa el triunfo de Andrés Manuel López Obrador es producto de una sociedad harta del pacto de impunidad del PRI, el PAN y sus aliados. Por medio del voto, la ciudadanía rechazó la continuidad de la corrupción, la inseguridad y la ineficacia que han llevado a nuestra nación a una situación lamentable. De ninguna manera, la participación social debe limitarse al voto, el nuevo gobierno de la República, los integrantes de ambas Cámaras del Congreso de la Unión y los gobiernos estatales deben mantener esta cercanía con la sociedad, buena parte del éxito de los planes y proyectos dependerá de la participación social.
Otra de las formas de participación de la sociedad es su movilización contra el fraude electoral, me refiero particularmente a Puebla. Ante el fraude que el morenovallismo pretende perpetrar, la respuesta de la ciudadanía ha sido ejemplar. Durante la precampaña, la intercampaña, la campaña, la jornada electoral y el movimiento electoral, la sociedad estuvo clara, no se dejó engañar por la propaganda y el desvío de recursos públicos a favor de Martha Erika Alonso de Moreno Valle; ni por la guerra sucia contra los candidatos de la coalición Juntos Haremos Historia. Los ciudadanos denunciaron estos hechos, lo hicieron ante los medios de comunicación y ante las autoridades electorales; sin embargo, por el control total y burdo que el morenovallismo ejerce sobre estos, no hubo consecuencias. Ni el Instituto Estatal Electoral ni el Tribunal Estatal Electoral estuvieron a la altura de los ciudadanos.
Un hecho que muestra el talante de la ciudadanía poblana fue lo que ocurrió en varias de las 70 casillas que el morenovallismo quiso reventar. Cuando las bandas de delincuentes armados lanzaron ráfagas al aire y destruyeron el material electoral, los ciudadanos se tiraron al piso para resguardarse, pero cuando la agresión pasó, la gente no se dispersó, volvieron a formarse para poder votar. Si muchos nos conmovimos cuando los medios de comunicación difundieron videos de cómo algunos funcionarios de casilla tuvieron que nadar para atravesar un río y entregar los paquetes electorales, entonces imagínense a ciudadanos poblanos después de las agresiones, ayudando a recoger boletas y volviendo a armar casillas. Fueron ciudadanas y ciudadanos los que identificaron la Van blanca con placas sobrepuestas, propiedad de la Fiscalía General, en la cual había boletas electorales; fueron ciudadanas y ciudadanos los que ubicaron e identificaron el laboratorio electoral de Moreno Valle en el Hotel MM; son ciudadanas y ciudadanos los que desde el primer momento han salido a las calles a manifestar su rechazo al fraude, a pesar de las amenazas de violencia y represión por parte del gobierno estatal. No cabe duda, tenemos una gran ciudadanía.
Veo en todo el país, pero particularmente en Puebla, una sociedad empoderada. Contra un pueblo consciente de sus derechos y movilizado, no hay mafia en el poder que resista.