Milenio Laguna

LA LEAL ENEMISTAD DE TRUMP

Algunos cercanos del magnate se han transforma­do de ser sus incondicio­nales colaborado­res a ser sus acérrimos adversario­s en un juego que, a veces, logra la reconcilia­ción

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Ivana asegura que hoy mantiene comunicaci­ón con Trump hasta dos veces por semana

El distanciam­iento entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y David Cohen, su consejero y abogado durante años, es solo la última de una serie de espectacul­ares peleas entre el magnate y muchos de sus colaborado­res más cercanos.

En el papel, el puesto de Michael Cohen sonaba perfecto: “Abogado personal del presidente Donald J. Trump”.

Pero en el curso de veinte años, su rol fue mucho más allá e incluyó toda una lista de servicios —vocero, animador, peón, encubridor y, a veces, abogado—. Nadie podía hablar de Trump o respaldarl­o tanto como Cohen, quien llegó a decir que el presidente era para él menos un jefe que un “patriarca” o un “mentor”.

Su relación comenzó a resentirse cuando a Cohen no le ofrecieron un puesto en el gobierno, pero colapsó cuando Trump guardó un rotundo silencio ante las dificultad­es legales que comenzó a enfrentar su abogado.

Así que de pronto, grabacione­s de conversaci­ones privadas fueron filtradas y comenzaron a volar los tuits. “Me parece que alguien está tratando de inventar historias con el fi n de salir del atolladero ( ¿de taxis, tal vez?)”, escribió el presidente en Twitter, en referencia a las líneas de taxi que posee Cohen y que ahora están bajo investigac­ión.

Otro cercano a Trump fue Steve Bannon, que aparte del propio mandatario, tal vez no existió otra persona que haya hecho tanto para que resultara electo como él, logrando formar una coalición entre factores de la extrema derecha y el partido republican­o.

En la Casa Blanca, Bannon fue el estratega principal del presidente y el más importante de sus ayudantes.

A pesar de que fue culpado por los problemas internos y las fi ltraciones que afectaron los primeros días de la administra­ción Trump, pudo dejar la Casa Blanca relativame­nte en buenos términos. Pero su aparición en el libro

Fire and Fury, un trabajo contra el presidente que escribió el periodista Michael Wolff, desató la furia de Trump.

También el apoyo del entonces senador Jeff Sessions a Trump para la nominación republican­a, le dio a esta inusual candidatur­a cierta legitimida­d y disparó sus posibilida­des en la conservado­ra región sureña del país.

Ambos recorriero­n el país en campaña e intercambi­aron elogios y Trump le dio su apoyo para convertirs­e en fiscal general.

Pero cuando Sessions dijo que tendría que dejar su cargo si Trump despedía al número dos de la fiscalía, Rod Rosenstein, en el marco de la investigac­ión por colusión entre Rusia y el comité de campaña del magnate, este último explotó, afirmando que él nunca hubiera puesto a Sessions en ese puesto, pues era “MUY débil” por no haber investigad­o a Hillary Clinton. Pero hasta ahora no lo ha despedido.

Otra relación de amor- odio está enmarcada en el primer matrimonio de Trump, con Ivana Zelnickova, que Se vio afectado por la relación de Trump con Marla Maples, quien se convertirí­a en su segunda esposa.

Ivana asegura que hoy mantiene comunicaci­ón con Trump hasta dos veces por semana y que es su “consejera secreta”.

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ERIC THAYER/REUTERS El presidente estadunide­nse sonríe antes de abordar el avión Air Force One este fi n de semana.

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