Bartlett, Carrillo Olea y la cuarta transformación
La semana pasada Andrés Manuel López Obrador propuso a Manuel Bartlett como titular de la Comisión Federal de Electricidad. Las críticas, justas, no se han hecho esperar. En primera porque Bartlett nunca ha ocupado un cargo público relacionado con el sector energético, por más que haya sido vocal opositor a la reforma energética —que hoy dice apoyar, por cierto—. Y en segunda, por la historia que carga tan turbio personaje.
Ambas son igual de importantes, pero la segunda destaca dada la promesa del próximo gobierno de llevar a cabo “la cuarta transformación del país”. Aunque Bartlett ahora se deslinda de la infame caída del sistema de 1988, él fue la cara del peor episodio electoral de las últimas décadas.
No solo eso: la contradicción de tenerlo como parte de la así llamada cuarta transformación es aún más notoria cuando pensamos que López Obrador votó en la última elección presidencial por Rosario Ibarra de Piedra, madre de Jesús Piedra, desaparecido durante las peores décadas del régimen priista, en el cual Bartlett era director general de Gobierno en la Secretaría de Gobernación.
Pero Bartlett no está solo. El propio AMLO dijo hace unos días que había ofrecido un puesto a Jesús Carrillo Olea en su administración, pero el propio Olea declinó por cuestiones de edad, aunque hoy es asesor en la transición (él tiene 80, Bartlett 82).
Carrillo Olea, para refrescar la memoria, tuvo que renunciar a la gubernatura de Morelos en 1998 por supuestos vínculos con el narcotráfico. En sus cuatro años de gobierno, la violencia comenzó a aumentar en el estado, y en diversas ocasiones se acusó directamente a su propia Policía Judicial de secuestrar personas.
Incluir a Bartlett y Carrillo Olea de manera tan preponderante es una pésima señal de los cambios por venir. Al menos en lo que a ambos personajes concierne, estamos viviendo un retroceso al priismo no solo más añejo, sino al más oscuro.
Una paradoja, si se piensa que Manuel Bartlett será el encargado de la luz los próximos seis años.