Niños en peligro
E n los últimos años se ha olvidado que parte importante de la gobernabilidad es el tránsito ordenado y seguro de personas, ciclistas y automóviles.
Ese olvido ha provocado que no se remedie de manera efectiva el alarmante índice de accidentes automovilísticos con resultados mortales o de heridos graves.
Organizaciones sociales y oficiales han hecho propuestas viables y efectivas: El IMPLAN ha insistido en la importancia de las banquetas para la vida comunitaria y la seguridad personal. Distinguidos ambientalistas han pedido que se imponga en la zona urbana la velocidad máxima de 40 kilómetros por hora. Ninguna ha prosperado.
Paradójicamente, muchos conductores que podrían aminorar la peligrosidad de las calles en su propio beneficio, se comportan de manera imprudente o francamente criminal.
Entre ellos destacan los motociclistas, hombres y mujeres, que transportan con ellos a niños pequeños, muchos menores de cinco años; y en repetidas ocasiones viajan el padre de la madre y dos o tres hijos.
Esa conducta no debe pasar desapercibida por la autoridad que debería reprimirla y castigar a esos motociclistas, porque su imprudencia constituye un delito de peligro que atenta sobre el interés superior de la niñez.
Y, también, porque ponen en peligro la seguridad jurídica de todos los automovilistas por los trágicos resultados que, previsiblemente, tendría un choque con uno de esos motociclistas.
Quienes transportan niños en motocicletas cometen un delito de peligro. Llamados así porque el tipo no requiere que el resultado de la acción sean la lesión o la muerte, sino sólo que se ponga en peligro un bien jurídicamente tutelado; en este caso la salud y la vida de los niños.
Este caso demanda la atención, además de las autoridades de vialidad, de la Procuraduría de los Niños, las Niñas y la Familia y del DIF.