¿Y a quién perdonan las víctimas?
Dicen los organizadores de los foros de escucha que en el centro están las víctimas, pero hay un problema mayor.
Las víctimas tienen preguntas y exigen respuestas que el gobierno electo hoy no puede dar.
Las historias de algunas víctimas las conocemos por la prensa, las organizaciones que las acompañan, la comisión nacional de derechos humanos, las organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales que hace mucho se han interesado en el tema.
Los representantes del gobierno electo ya escucharon: las familias quieren saber dónde están sus hijos, quién los desapareció, torturó, o quién mató a sus esposos y esposas y hermanos y hermanas, y por qué no se ha atrapado o ni siquiera buscado al responsable.
No puede haber perdón —la exigencia
favorita de los organizadores en sus discursos— sin verdad. Porque las víctimas no saben a quién deberían perdonar.
Dice el chileno José Zalaquett: “Una comunidad no debe borrar su pasado, porque deja un vacío que será llenado por mentiras o relatos contradictorios y confusos sobre lo que sucedió. Los perpetradores deben reconocer el error que cometieron”.
En el caso mexicano ¿quiénes son los perpetradores? ¿Cuántos y de qué tipo son? ¿Cuántas y cuáles bandas criminales, quiénes en esas bandas? ¿Por qué llegaron a tal grado de violencia? ¿Cuáles fuerzas del Estado — municipales, estatales, federales— cometieron qué abusos, qué crímenes y bajo las órdenes de quiénes? ¿Por qué?
¿Tendrá el gobierno electo la fuerza para sentar a todos esos a la mesa y responder las preguntas de las víctimas?
Antjie Krog en Country of my Skull, su
crónica de la comisión sudafricana, escribe cómo se dieron cuenta de que, a pesar del poder de las historias de las víctimas, “algo está mal. Aguzamos los oídos esperando al ‘Otro’. La Contra. El Perpetrador. Cada vez más queremos la segunda narrativa. Y será mejor que sea buena. Más le vale sea poderosa. Y que muestre integridad. Y es mejor que traiga detalles personales agudos, dolor y desconcierto. No puede haber historia sin el equilibrio del antagonista”.
¿Qué hará el próximo secretario de Seguridad Pública cuando las preguntas y las exigencias sean contra las fuerzas que él comandará? ¿Cuando él sea el líder del “Otro”?
¿Sentarán frente a las víctimas, para darles explicaciones, a los políticos que apostaron a una estrategia en parte responsable de la tragedia?
¿Sentarán a los despiadados capos criminales?