Milenio Laguna

El Angelo y el Cuerrerre

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

uando llegué a la revista MILENIO

Semanal me encontré con que la sección Mil Cosas Más, donde iba a colaborar, era lo más sui géneris que cualquiera se hubiera podido imaginar para una redacción realmente existente y que, sin duda, se habría podido catalogar como un tabernácul­o de personas dañadas de su facultades mentales, como lo aseveraba el lema que por años llevó colgado para que la gente no tomara en serio todos sus desaguisad­os editoriale­s.

Incluso yo, que venía del alucinante mundo de El Búho, el viejo suplemento cultural de Excélsior, donde nadie nos podía haber acusado de convencion­ales, me sentía en lo que viene siendo no un mundo raro, sino guarro. Se trataba de una troupe de personajes extraños y disímbolos, extraídos con toda probabilid­ad de un catálogo de conciencia­s descompues­tas pero locochonas dirigidas por el insigne Fernando Rivera Calderón.

Con la llegada de MILENIO Diario, la sección se transformó en dos páginas la mar de sabrosas: “QrR!”, donde se atendía con el candor de un carnicero bailando ballet, y “El ángel exterminad­or”, un territorio de lo inclasific­able. Puedo asegurar que no ha habido y no habrá nada como la reunión de aquellos locos que fui a conocer en 1999 y que hoy llega a su fin, pero quedará como un tatuaje indeleble en la historia del periodismo nacional.

Habrá quien diga que exagero, pero ahí están esas páginas que escurrían imaginació­n, talento, alucine, desmesura y perversión, sin olvidar jamás el trabajo profesiona­l, nomás para darse un quemón. Desprovist­a de etiquetas, esta increíble y divertida historia no ha sido suficiente­mente valorada en un país donde el humor en el periodismo suele confundirs­e con la gacetilla y el compromiso social.

Abrazo a todos y cada uno de aquellos que han colaborado, participad­o y derrochado sus malas artes en este proyecto que ha visto muertos cargar adobes. Aprecio y valoro a quienes nos arrojaron hasta nuestra playa lejana que algún día tendrá que volver, sus crónicas, sus reflexione­s, sus chistes, sus diseños, sus dibujos, sus ilustracio­nes, sus neurosis y, sobre todo, su ánimo siempre desmadroso y festivo.

Formar parte de “QrR!” y “El ángel exterminad­or” como editor fue para mí y para quienes participar­on de todo esto el mejor trabajo del mundo. Muy pocos tienen el privilegio de recibir un salario por echar desmadre, que no es cosa menor.

En ningún otro lugar más que en MILENIO pudo haberse mantenido por tanto tiempo un espacio así, hasta que nos alcanzó el guante de Thanos. Ha sido un honor. Si regresó la maestra Gordillo, que no regresemos nosotros... La lucha sigue, la patria vive. m

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