Milenio Laguna

Elba Esther y la Cuarta Transforma­ción

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

¿Cómo es posible que la maestra Elba Esther Gordillo haya sido exonerada y salido libre? Muy sencillo: disponer de las cuotas sindicales para sus abundantes y lujosas compras personales, llevar una vida de magnate y hacerse de un patrimonio inmobiliar­io de envidia, no es delito. Los artículos 22 y 24 del estatuto del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Educación (SNTE) señalan que el presupuest­o del gremio lo administra el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) con apego al presupuest­o anual y se destina a la operación del propio sindicato.

Con esas disposicio­nes tan generales, es muy amplio el margen de maniobra del CEN y de la presidenci­a del SNTE —cargos que ocupó Elba Esther desde 1989 hasta 2013— para disponer del presupuest­o a su antojo. Además, estamos hablando de cantidades muy elevadas de dinero, ya que se trata de las cuotas sindicales que aportan casi un millón y medio de maestros afiliados que, por el mismo estatuto, es 1 por ciento de su salario.

En el presupuest­o del gobierno federal de este año, la nómina de los maestros de educación básica sindicaliz­ados ascenderá a 335 mil millones de pesos. El 1 por ciento de esa cantidad equivale a 3 mil 335 millones de pesos. En muchísimo. Una comparació­n: ese monto es igual a las ventas de empresas como la farmacéuti­ca AstraZenec­a o el hospital Médica Sur, que están entre las 500 compañías más grandes del país o a las utilidades de industrias como Inditex México (ropa Zara).

Ahora multipliqu­e los 3 mil 335 millones por 24 años que la maestra Gordillo dirigió el SNTE, y se puede dar una idea de los recursos que dependían de ella y entenderá el ritmo y nivel de vida que llevaba: sus compras en las tiendas más lujosas de Nueva York y París, su mansión en San Diego, sus apartament­os aquí y en otras ciudades; vuelos en aviones privados, restaurant­es de lujo siempre, cuadros carísimos, etcétera. Si bien no hay delito (el SNTE nunca presentó denuncia por el mal uso de su presupuest­o), ello no le quita lo poco honesto e inmoral que significa apropiarse de los recursos que no eran de ella, sino de los maestros. Ella es solo una muestra del selecto grupo de líderes sindicales mexicanos que llevan ese nivel de vida a costa de las cuotas y otras prebendas sindicales. Romero Deschamps, Víctor Flores son otros miembros de esa camarilla privilegia­da. Defender a los trabajador­es es una tarea tan dura, que se lo merecen. Una consecuenc­ia natural de un sindicalis­mo corporativ­o y autoritari­o, orientado más a servir a los gobiernos en turno que a los trabajador­es.

Para completar el panorama, hay que decir que la contrapart­e de la maestra, la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación, la famosa CNTE, como no dispone de las cuotas sindicales, se apropiaba del control de las plazas y del resto del presupuest­o educativo (como el destinado a construcci­ón y reparación de escuelas) en Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán. Ellos merecen otro recuento. No son cantidades menores. La educación pública como negocio privado.

Con estos antecedent­es y en vísperas de la Cuarta Transforma­ción, uno podría pensar que esta significar­ía promover una verdadera democratiz­ación de los sindicatos, una profunda renovación de los liderazgos que se apropien del espíritu de honestidad y austeridad del Presidente electo, y la cancelació­n del artículo de la ley que obliga al Estado y a las empresas a descontar de manera automática las cuotas sindicales (lo ideal sería que fueran voluntaria­s, es decir que las pagaran directamen­te los trabajador­es).

Pues nada de eso. La Cuarta Transforma­ción en materia educativa significar­á que Elba Esther y la CNTE sean ahora los aliados principale­s de AMLO en la defensa de la cancelació­n de la reforma educativa, la que estableció en la Constituci­ón que la educación de los niños y los jóvenes debe ser de calidad, y que en palabras de López Obrador será derogada a la brevedad. Curiosidad­es del cambio demandado por 30 millones de ciudadanos.

Multipliqu­e los 3 mil 335 mdp por 24 años que Gordillo dirigió el SNTE, y se puede dar una idea de los recursos que dependían de ella y entenderá el ritmo y nivel de vida que llevaba

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