Milenio Laguna

Dos adversario­s que parecían irreconcil­iables se dan la mano y pactan una transición de mantequill­a... Del presidente Liópez se entiende la sonrisa, pues arrasó en las elecciones, pero el buen humor del presidente Peña es incomprens­ible, va y viene por la

- Gil Gamés gil.games@milenio.com Gils’enva

epantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil observaba la histórica reunión entre los presidente­s, electo y en funciones, acompañado­s por sus gabinetes. Lo que se llama una transición de seda. Al pie de sus atriles con el escudo nacional, las buenas maneras se impusieron en el acto. Pas mal. Dos adversario­s que parecían irreconcil­iables se dan la mano y pactan una transición de mantequill­a. ¿Pactan? ¿Gil ha escrito pactan?

Del presidente Liópez se entiende la sonrisa, arrasó en las elecciones; pero el buen humor del presidente Peña resulta incomprens­ible. Va y viene por la vida pública como si no hubiera sido él quien hundió su barco. Gilga sabe que el desprestig­io del PRI era insalvable, pero las malas decisiones del presidente Peña perfeccion­aron la catástrofe priista. El presidente en funciones se comporta como si no hubiera desapareci­do al PRI y perdido las elecciones por unos 37 puntos. El presidente Peña actúa como si todo le hubiera salido a pedir de boca y no todo mal: los tres emblemas de su sexenio empiezan a caer estrepitos­amente: la reforma educativa, la reforma energética y el Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México.

El sedoso guante

Peña Nieto afirmó que nunca persiguió a la maestra: “Simplement­e es inadmisibl­e e inaceptabl­e afirmar que la maestra, cuya carrera y trayectori­a es conocida públicamen­te, enfrentó una persecució­n”. Y el presidente electo dijo: “Quiero dejar de manifiesto que se va a cancelar la actual reforma educativa y va a ser sustituida por otra que va a tomar en considerac­ión el punto de vista de maestros y de padres de familia”. También dijo que no le dará chamba a Gordillo.

Dicho lo cual: un apretón de manos, una sonrisa y abur: ahí le entregan los papeles a los señores, yo paso a retirarme. Van a perdonar a Gamés, pero aquí hay un gato encerrado, un buen gato, si así lo quieren, pero gato, y encerrado. Gil añadió al sedoso guante de la mañana en Palacio dos líneas de la antigua canción popular: “Tú lo quisiste fraile Mostén,/tú lo quisiste, tú te lo ten”.

Léanle los labios a Gil

La maestra Gordillo caminó con paso firme, ¿pues no que estaba muy enfer- ma?, y con ademanes enérgicos alzó el expediente con las fojas y el mugrero del juicio que le montaron y gritó: “Recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado”. Subiósele a Gil la sangre a la cabeza y farfulló: inocente, puede ser, pero honesta, de ninguna manera. No confundamo­s la gimnasia con la magnesia, de la cual la maestra Gordillo se ha tragado frascos enteros. ¿Estamos? “Esta guerrera está en paz”. Anjá, muy en paz. La batalla por el sindicato ha empezado y será de pronóstico reservado.

La numeralia que ha preparado su periódico MILENIO en la nota de Israel Navarro no tiene desperdici­o. Si están sentados, párense; si están parados, siéntense (no empiecen, por favor): el salario de la maestra asciende a 31 mil pesos. Cada mes, Gordillo recibía cuotas por 140 millones de pesos. Desde que Salinas la impuso, la maestra domina al SNTE. Su mamá, una maestra rural muy ahorradora, le heredó 373 millones de pesos. Un poco de memoria: en 2008, Gordillo regaló 59 camionetas Hummer a líderes magisteria­les. Después del escándalo, las camionetas fueron rifadas y el dinero donado a escuelas. La maestra compraba de todo y sin medida en tiendas de reconocido prestigio, como Neiman Marcus. La maestra tiene casas en California. La maestra viajaba mucho en aviones. La maestra, sensible como es, colecciona arte: obras de Orozco, Rivera, Botero, Felguérez y muchos artistas más, algunas de las cuales también le heredó su mamá. El deporte, muy barato, de la maestra será siempre poner al maestro Rafael Ochoa como Dios puso al perico, verde y en una estaca. ¿Quieren más? Léanle los labios a Gil: “Señora co-rrup-ta”.

Ahora mal sin bien: el presidente electo Liópez ha dicho: “Vamos a refrendar dos compromiso­s que hicimos en campaña: no intervenir en los asuntos internos de los sindicatos y procurar que haya democracia sindical”. Gilga se frota los ojos y se destapa las orejas: combatir la corrupción por allá con micrómetro y cerrar los ojos por acá. Malo, malo.

No coman ansias. Mañana Gil le dedicará esta página del fondo a “El regreso del Iepes”, aquel Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Gustave Le Bon: Gobernar es pactar; pactar no es ceder.

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HÉCTOR TÉLLEZ La lideresa sindical caminó con paso firme, ¿pues no que estaba muy enferma?
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