El amparo, guardián de la impunidad / I
En términos generales, el amparo es una herramienta jurídica que “protege a las personas frente a normas generales, actos u omisión por parte de los poderes públicos o privados. Tiene por objetivo “proteger todos los derechos establecidos por la Constitución”. Sin duda una pieza jurídica indispensable para proteger al ciudadano de cualquier abuso. Sin embargo, ese instrumento jurídico aparentemente demerita su valor por el abuso que del mismo se hace. El combate a la corrupción no es necesariamente encontrar culpables, que los hay y muchos; el objetivo es que para llegar a una condena casi es necesario reestructurar el modelo de justicia que impera en el país. El amparo, como está concebido, funge como un guardián de la impunidad.
Ejemplos sobran para demostrar este funesto escenario judicial. La maestra Gordillo, a los pocos días de ser absuelta de todos los cargos de los que fue acusada (que no logró fundamentar la ineficiente PGR), solicitó un amparo para impedir que se aplique en su contra cualquier nueva orden de aprehensión: en otras palabras, no podrá de nuevo ser aprehendida. Es libre como el viento y peligrosa como el mar. Nadie sabe, hasta ahora, qué hará la “famosa maestra” después de su absolución pero, por el momento, independientemente de lo que emprenda, está asegurada por la ley que no podrá ser detenida por los delitos que le imputaron y no le pudieron comprobar. El amparo es como un ángel benefactor.
El ex gobernador del industrioso estado de Nuevo León Rodrigo Medina (2009-2015), al término de su periodo, fue indiciado por un bonito repertorio de fechorías. Fue vinculado a un proceso legal por peculado (relacionado con la empresa coreana de automóviles KIA), delitos patrimoniales, ejercicio indebido del servicio público y abuso de funciones, entre otras cosas. Familiares y colaboradores fueron relacionados con el caso. Las supuestas corruptelas de Medina fueron la base de la campaña que llevó a la gubernatura a Jaime Rodríguez, El Bronco, quien se comprometió ante los neoleoneses a llevar a la cárcel a su antecesor. Si hubiera sido presidente, El Bronco le habría “mochado” las manos y los pies. Sin embargo, ninguno de los delitos fue acreditado y, la semana pasada, después de dos años de juicio fue absuelto de los delitos de peculado y contra el patrimonio del estado, “luego de que un juez resolvió no vincular a proceso al mandatario”. La base de la resolución fue que la Fiscalía Anticorrupción neoleonesa no precisó los ilícitos que le imputaban. Sin embargo, lo importante para el mencionado fallo fue que la resolución judicial fue en acatamiento “a un amparo concedido al ex gobernador por el juzgado quinto de distrito y confirmado por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Cuarto Circuito Judicial.
En estos dos casos no se ha podido demostrar el daño hecho al erario por funcionarios públicos y sindicales. Se tiene la confianza de que la ley y el amparo fungen como aliadas de la impunidad y, sobre todo, en la impartición de injusticia.
Continuará…
El combate a la corrupción no es necesariamente encontrar culpables; el objetivo es que para llegar a una condena casi es requisito reestructurar el modelo de justicia