Cuando nos ven la cara…
o entendía qué hora encontró Luis Gerardo Méndez para hacer la película Tiempo compartido en los últimos años. De verdad, no veía cómo. Resulta que esperaron algunos meses para lanzarla, porque ya hace un breve rato que la terminaron, pero en el ínter hizo la obra Privacidad (alternando con Diego Luna) la siguiente temporada de Club de Cuervos, una producción para Netflix con Jennifer Aniston y Adam Sandler y una muy afortunada y divertida aparición en los premios Metropolitanos de teatro.
Así que espero que no haya elegido una semana en particular, con un prepago para poder irse de vacaciones a algún paradisiaco lugar con todo listo para asegurarse la felicidad que solo el descanso y el mar puede ofrecer, porque su película Tiempo compartido me asustó mucho.
Bueno, la noción y el entusiasmo loco de todos aquellos que te tratan de vender un tiempo compartido en sí, siempre me había parecido un tanto aterrador. Pero claro, yo parezco estar imitando a Usain Bolt cuando en un quiosco de centro comercial o incluso en la calle, alguien con cara de enajenado y sonrisa semiposeída me dice: “¡Holi! ¿Te puedo hacer una pregunta?”. “¡¡¡¡Noooooooo!!!!”. Y ya estoy en la otra cuadra. No me gusta que me vendan cosas con trucos, con cara de zombi, con trucos de culto religioso y ese es precisamente el tema de Tiempo compartido. Por eso la gocé tanto.
Hay muchas cosas que destacar de esta película hecha en México (creo que prácticamente todos reconoceremos el hotel donde se hizo) entre ellas la también aterradora mirada del actor de Breaking Bad, RJ Mitte. Ay. Y Cassandra Ciangerotti está espectacular, develando poco a poco la problemática que en cualquier momento puede tornarse de la comedia al drama. Uno no sabe.
¿Es esta una historia de dos hombres atormentados por el neoliberalismo? ¿Es una comedia? ¿Es la batalla por el huequito en el tiempo que la vida nos permite ser “felices”? Me parece que podía ser todas esas cosas y