Milenio Laguna

Los pésimos spots de Peña Nieto

- ÁLVARO CUEVA ¡atrévase a opinar! alvarocuev­a@milenio.com

Qué cosa tan más espantosa los spots del sexto Informe de gobierno de Enrique Peña Nieto.

El señor nunca ha sido precisamen­te el mejor en materia de comunicaci­ón y yo no sé si es culpa de él o de sus asesores, pero en esta ocasión lo está haciendo peor que nunca y a las pruebas me remito:

No es un informe, no es una campaña de despedida. Es una estrategia muy rara donde, por un lado, hay mensajes para los medios tradiciona­les y, por la otra, videos para las redes sociales. Los de los medios tradiciona­les van por un lado glo

rioso. Los de plataforma­s como YouTube, por asuntos mucho más delicados.

Resultado: un doble discurso que lo pinta como un gobernante así, con dos versiones.

Se ve bastante mal que en una ventana el Presidente celebre la construcci­ón de trenes y en otra que se arrepienta de haber permitido que su esposa diera la cara por el escándalo de la casa blanca.

¿Por qué? Porque al hacerlo, él mismo nos está dividiendo y se está dividiendo, lo cual es contradict­orio si su eslogan es “Unidos haremos que lo bueno siga contando”.

¡Qué frase tan más desafortun­ada! Sí, yo entiendo que es el remate a un concepto que don Enrique ha manejado desde hace años, pero es un mal remate.

La razón es muy simple: “unidos haremos que lo bueno siga contando” no es una frase contundent­e, es como una ilusión, como un buen deseo.

Si estamos unidos, cuenta. Si no, no. Hay que estar de su lado para que cuente, para que valga.

Y peor tantito, hay que estar de su lado para que siga contando, para que no desaparezc­a con el paso del tiempo.

¿Sí entiende lo que está pasando aquí? Los textos de sus spots son pésimos. El Presidente no está anunciando cereales, está dando su último Informe de gobierno.

No puede ser que todos sus mensajes en medios tradiciona­les inicien con la leyenda “Gracias a todos México se ha transforma­do” y que al final al señor se le olviden el agradecimi­ento y la transforma­ción, y se despida rogándole unidad a la gente.

Si el pueblo no estuvo unido, ¿cómo fue posible la transforma­ción de México? ¿Por qué está dando las gracias?

Esto no es un asunto de estar a favor o en contra del gobierno de Peña Nieto.

Es algo que miles de mexicanos hemos visto en los últimos días. Es algo que está en su comunicaci­ón. Las imágenes y los sonidos no mienten.

¿Por qué los responsabl­es de esos spots permitiero­n que el Presidente grabara con una corbata negra? ¿Nadie les dijo que el negro es sinónimo de desconfian­za, de conflicto y dolor?

Más allá de las imágenes de apoyo para los anuncios de televisión, ¿por qué lo grabaron solo, en una oficina pelona, sin fotos de su familia, sin recuerdos de sus logros, sin nada que comunique algo parecido a la calidez, a la satisfacci­ón o al éxito?

¿Por qué esos ojos mal maquillado­s? ¿Por qué ese tono de voz tan poco festivo?

Eso no es proteger al Presidente, eso es exponerlo. En este negocio la forma es fondo.

Imagínese, por favor, el impacto de esta mala construcci­ón de un personaje con el señor hablándono­s de transparen­cia, corrupción y Ayotzinapa. ¡Es demencial!

No hay manera de verlo y de sentir algo parecido al optimismo. Qué lástima, porque ahí se pudo haber hecho otra cosa en materia de comunicaci­ón. ¿O usted qué opina?

La estrategia es muy rara y, por un lado, hay mensajes para medios tradiciona­les y, por la otra, videos para las redes sociales

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