Salvar a Guanajuato, salvar a México
Guanajuato se ha convertido en víctima del fuego cruzado, principalmente entre dos grupos delictivos que en aras de controlar el jugoso mercado del comercio del combustible robado y el
narcomenudeo han sumido a la entidad en un baño de sangre sin precedente.
Son muchos los factores que han convertido al estado en el blanco perfecto de los criminales. En primer lugar, el alza en el poder adquisitivo con la llegada de nuevas empresas ha traído una bonanza que también permite fácil acceso al consumo de drogas. Hoy, según cifras oficiales, nada más en León, la ciudad más poblada de la entidad, existen unos 170 mil consumidores, aproximadamente 10 por ciento de la población.
Si estimamos un costo promedio de 30 pesos por dosis, hablaríamos de un mercado de más de 5 millones de pesos. El robo de combustible dejó pérdidas a Pemex por más de 30 mil millones de pesos durante los primeros cuatro meses de 2018 y Guanajuato ha ocupado los primeros lugares en tomas clandestinas del país.
¿El resultado? Policías municipales rebasadas e infiltradas y una ola de ataques contra la autoridad, rompiendo el récord histórico de homicidios de policías ubicando a la entidad en el primer lugar de ataques en su contra, concentrando aproximadamente 20 por ciento del total en el país, según la ONG Causa en Común.
La clase política no se ha salvado, durante el proceso electoral se registró el asesinato del candidato a la alcaldía de Apaseo el Alto por Morena, José Remedios Aguirre, a quien la Procuraduría de Justicia relacionó con un grupo delictivo, y después fue asesinado el regidor electo de Cortázar, por el PRD, Agustín Banda.
Alrededor de una veintena de víctimas inocentes y más de mil 200 homicidios dolosos aquejan a la entidad, que pelea el primer lugar con Baja California por el número de asesinatos, la mayoría de ellos cometidos con arma de fuego y relacionados con el crimen organizado.
Hoy urgen acciones conjuntas para salvar a la entidad, pues lo peor que le puede pasar a Guanajuato y al país entero será seguir el camino que hasta hoy hemos andado; sin embargo, fuera de los foros de pacificación todo parece indicar que nada cambiará. Guanajuato es un claro ejemplo de que la estrategia contra la inseguridad ha fallado y debe cambiar.