Periodista presenta visión desde la provincia de la narcoinsurgencia
Los juicios que se abrieron en los Estados Unidos sobre los capos mexicanos, así como algunas de las acciones violentas que azotaron a las entidades del norte del país, son la materia prima con la cual el periodista y escritor mexicano Juan Alberto Cedillo confeccionó el libro Las guerras ocultas del narco, editado por Grijelmo y que salió al mercado a fi nales de julio pasado.
La sistematización de los datos configuraron esta edición donde se le da secuencia a la historia contemporánea, a diez años de que iniciara una ola violenta de crímenes ejercidos por grupos criminales y cárteles de la droga en estados como Monterrey, Coahuila y Tamaulipas. “Es mi cuarto libro, es periodístico porque lo otros fueron también temas de investigación con tintes periodísticos pero eran históricos. En los últimos diez años en Monterrey, 2007, la violencia se nos vino encima, y te metes como todos los reporteros. Yo al principio no tenía ni idea, pero todo esto nos jala, fue apasionante, nos metimos, primero despacio, y luego nos dimos cuenta de que estábamos en medio de una guerra”.
Aunque Cedillo tenía cobertura en el área de negocios como corresponsal de El Financiero y Expansión, la intención de interpretar la realidad se manifestó de inmediato. Hoy recuerda el año 2012 como el punto climático donde se suscribieron los neoloneses a 2 mil asesinatos violentos. “Vivimos lo del Casino Royale, lo que ocurrió en los penales, los cuerpos tirados y las balaceras en las calles; cuerpos colgados y cosas que no se habían visto. Después de la cobertura intensa, tengo la suerte de que Proceso me manda a cubrir a los diversos juicios que se estaban celebrando en las cortes de Texas; fui a Austin, a Bronxville, fui a San Antonio, donde ya habían capturado capos en México y los habían entregado a Estados Unidos”.
Este libro entonces se convierte en la muestra de que la mayoría de los hechos pueden ser referidos siempre y cuando la redacción no sea un llamado estridente plagado de adjetivos peyorativos, sino con un planteamiento sociológico que permita la interpretación de los fenómenos, a través de documentos públicos.