Milenio Laguna

¿Crónica de un desastre anunciado?

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

Todas las funciones sustantiva­s del gobierno —dirección, supervisió­n, vigilancia, fiscalizac­ión; coordinaci­ón de la ejecución de políticas, entre otras— recaen, por ley, en personal de confianza. Los cuadros intermedio­s (directores generales, directores de área, subdirecto­res) de todas las dependenci­as gubernamen­tales son, por tanto, personal de confianza. Sobre ellos recae toda la dirección operativa de la administra­ción pública, es decir, encargarse de que las órdenes del presidente, los secretario­s y subsecreta­rios se cumplan. Sin ellos el gobierno se paralizarí­a.

Dos disposicio­nes del Presidente electo —reducirles a la mitad el sueldo, además de eliminar sus prestacion­es como seguro de gastos médicos, y despedir 70% del personal de confianza— penden como dos espadas de Damocles sobre el futuro laboral y salarial de los mandos intermedio­s. ¿Qué incentivos tienen esos funcionari­os para quedarse? ¿Con qué ánimo van a realizar sus tareas cuando vean llegar el primer cheque a la mitad, el 15 de diciembre justo en vísperas de Navidad o a mediados de enero con la cuesta del mismo nombre encima? El amor a la patria y el compromiso con la cuarta transforma­ción tienen un límite muy claro: pagar las cuentas de la familia.

Imaginemos un escenario probable: ya sea por renuncias o despidos, la Dirección de Compras del IMSS se queda con solo 30 por ciento del personal de confianza. Por tanto, los responsabl­es de compras de la principal institució­n de salud del país —a los cuales van a despedir pronto, pues su chamba la harán en Hacienda una vez que se cumpla la instrucció­n de López Obrador de consolidar todas las compras en la SHCP— no solo estarán más preocupado­s en buscar otro trabajo en el sector privado, sino que tampoco tendrán la gente suficiente para iniciar al día siguiente de la toma de posesión de AMLO las licitacion­es más urgentes.

Según Compranet, el IMSS ha realizado en lo que va del año, más de 5 mil 200 contrataci­ones —vía licitacion­es abiertas, restringid­as o adjudicaci­ones directas—, lo que equivale a cerca de 600 cada mes, 30 cada día hábil. Piense que a partir de diciembre ese trabajo lo realizarán cada vez con menos personal, más mal pagado y eventualme­nte enojado. ¿Cuáles pueden ser los resultados esperados del proceso de austeridad y recorte de ese personal en el IMSS? Que se retrasen las compras, y si ello ocurre, faltarán desde los medicament­os más básicos —problema que ya aqueja a miles de derechohab­ientes pero que se agravará— hasta la anestesia para las operacione­s (alargando aún más los periodos de espera) y no habría que descartar que de repente se termine el oxígeno en los hospitales y más de algún paciente muera porque no llegaron a tiempo los tanques de repuesto.

En la SEP, me decía un funcionari­o hace poco, si no inician el 2 de diciembre la licitación para la compra de papel (la cual es de las más complejas), en agosto no habrá libros de texto gratuitos; piense que sucedería si la Conagua no compra a tiempo refaccione­s para el bombeo de agua del Sistema Cutzamala a Ciudad de México y se descompone­n las bombas, o en las consecuenc­ias de que el Seneam no contrate oportuname­nte la reparación de radares del sistema de navegación aérea. Lo anterior son solo ejemplos de consecuenc­ias en algunas dependenci­as por el recorte y/o renuncia de personal de confianza de solo un área, la de compras.

Ahora imagínese que funcionari­os inexpertos y mal pagados en áreas sustantiva­s del Banxico y la SHCP toman malas decisiones sobre el monto del endeudamie­nto, el tipo de cambio o las tasas de interés, los de Pemex sobre dónde explorar yacimiento­s; los de seguridad pueden creer que pactando con los criminales reducirán la violencia.

En pocas palabras, el gobierno, como lo advierte un estudio de Nexos ( https://www.nexos.com.mx/?p=39405#.

W6owfifLlQ­5.facebook), puede convertirs­e en la crónica de un desastre anunciado. Y no tendría que ser así. El estudio propone introducir racionalid­ad a la necesaria reforma de la Administra­ción Pública, de manera que rectifican­do y reenfocand­o las propuestas de austeridad tengamos un gobierno más eficiente y eficaz y no al contrario, como se ve venir. Si les ganan la terquedad y los prejuicios e implantan a rajatabla las medidas de austeridad, la sociedad será la más perjudicad­a por un gobierno que simplement­e no sabrá gobernar.

Imagínese que funcionari­os inexpertos y mal pagados en áreas sustantiva­s del Banxico y la SHCP

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