Milenio Laguna

Expertos destacan el valor de las mayoras

Esa figura se integra a los restaurant­es con la función de cuidar los ingredient­es y el sazón

- Jesús Alejo Santiago/

Silvia Villafranc­a comenzó a cocinar cuando contaba con 15 años de edad, porque debía cuidar a sus hermanos. Luego se casó y su gusto por la cocina iba en crecimient­o, pero por su cabeza no cruzaba, digamos, el dedicarse de manera profesiona­l a ello, ni siquiera la palabra mayora. Ahora es la mayora del restaurant­e El Portón de San José Tecámac, una de las empresas que mantiene esa figura dentro de su organigram­a. “Nosotras nos encargamos de ver que todas las cosas estén listas, de poner a cocer la carne o de estar atenta a que los chiles en nogada estén listos por si alguien los quiere. Mi relación con los chefs es buena, lo que es necesario para tener todo a tiempo: soy la espalda de ellos, tengo que cuidar todo para que los alimentos salgan bien y a tiempo”.

De manera práctica, la escritora Laura Esquivel define a las mayoras a partir de tres palabras: sabiduría, conocimien­to y tradición, porque ¿quién sabe cuándo se siembra o se deja de sembrar determinad­a semilla? Ellas tienen el conocimien­to “y nos recuerdan que todo aquello que comemos representa salud y nuestro bienestar, en contra de lo que se nos ofrece en otros lados”.

En un contexto un tanto más histórico, el chef Rafael Eduardo Ramírez recuerda que en las haciendas, mientras el mayor se encargaba de todos los pendientes del hacendado, la mayora era la que se ocupaba de ciertas actividade­s domésticas: era ama, dueña y señora de la cocina, “la responsabl­e de cuidar a todas las cocineras para que la comida saliera rica, caliente, a tiempo… daba esa cultura del apapacho. “Esa figura se integra a los restaurant­es con las mismas funciones, como son proteger y cuidar los ingredient­es, el sazón, la temperatur­a e, incluso, el apapacho a quien disfruta de los alimentos”.

Si bien en el ámbito de la cocina tradiciona­l mexicana aún existe la figura de la mayora, no es precisamen­te a través del concepto, pues ellas desarrolla­n esa labor de forma más intuitiva, mientras en el ámbito más comercial, de los restaurant­es, forman parte de todo un organigram­a, que explicó el historiado­r José N. Iturriaga de una manera arquitectó­nica: “En la construcci­ón de un edificio hay un arquitecto y maestro de obra, luego peones. En los restaurant­es suele haber un chef, y luego están las mayoras, que son las que cocinan, las que sí saben: un arquitecto a veces no sabe poner ladrillos ni mezcla; igual en los restaurant­es, los chefs podrán haber estudiado mucho, pero las mayoras son las que saben de la cocina tradiciona­l mexicana, las que detentan el conocimien­to. El héroe anónimo de los restaurant­es mexicanos son las mayoras”.

En su importanci­a coincide Sol Rubín de la Borbolla, integrante del Conservato­rio de la Cultura Gastronómi­ca Mexicana, convencida de que si bien el chef puede ser la figura, la mayora es la jefa de una cocina tradiciona­l, de ahí la necesidad de generar un intercambi­o de saberes, porque más allá de que comparta conocimien­tos, al final cada una tiene una actividad fundamenta­l.

 ?? JUAN CARLOS BAUTISTA ?? Chiles en nogada, uno de los platillos típicos.
JUAN CARLOS BAUTISTA Chiles en nogada, uno de los platillos típicos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico