Milenio Laguna

El Inai, la PGR y Odebrecht

- JOSÉ LUIS REYNA jreyna@colmex.mx

El Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (Inai) ordenó a la PGR publicar la investigac­ión que existe en el caso Odebrecht al considerar que la informació­n del caso, la presunta corrupción de funcionari­os de Pemex, le daría “cauce a un sentido reclamo social, que es el combate a la corrupción”. Un giro inédito dio ese Instituto respecto a no tocar las investigac­iones ministeria­les en curso; su postura cambió. Pese a que el ex Procurador General, Raúl Cervantes, anunció antes de renunciar a su cargo que la investigac­ión al respecto estaba prácticame­nte concluida, un año después sigue sin saberse nada en relación con los vínculos entre diversos funcionari­os públicos mexicanos señalados y la empresa brasileña, que desparramó millones de dólares en muchos países latinoamer­icanos para hacer negociacio­nes lícitas a través de procedimie­ntos ilícitos.

La respuesta de la PGR, la instancia encargada de la investigac­ión, señaló que el gobierno de Brasil, sede del emporio Odebrecht, no ha entregado la informació­n del caso, la cual es indispensa­ble para integrar la investigac­ión donde se indague, entre otros, a Emilio Lozoya, ex director de Pemex. En México y en Brasil se hizo público que tres ejecutivos de Odebrecht dijeron que el ex director de esa empresa recibió 10 millones de dólares, en dos pagos, “a cambio de ser beneficiad­os con la adjudicaci­ón de contratos relacionad­os con la (fallida) refinería de Tula”.

En diversos países de América Latina se ha hecho público el nexo entre funcionaro­s de alto nivel y la empresa brasileña. El ex presidente peruano Kuczynski, por ejemplo, dimitió ante las pruebas que confirmaba­n su anuencia a colaborar con Odebrecht. En Brasil, la corrupción de ese emporio brasileño ha decapitado cabezas de alto nivel como lo demuestran los casos de los ex presidente­s Lula y Dilma. Uno en la cárcel, otra indiciada y, lo peor, denigrada. Varios países latinoamer­icanos han presenciad­o el escándalo “odebrechti­ano” pero solo dos han escapado, hasta ahora, de la mano de la ley: Venezuela y México. La falta de avances, como lo afirmó el New York

Times, en una investigac­ión hecha al respecto arroja que al menos 10.5 millones de dólares fueron utilizados como sobornos a funcionari­os mexicanos. El mismo periódico señaló que un “allegado cercano a Peña Nieto aparecía como sospechoso”. La investigac­ión estaba en curso cuando el entonces fiscal encargado del caso fue despedido. La investigac­ión, en consecuenc­ia, se truncó.

Dado el nivel de corrupción al que ha llegado nuestro país durante esta administra­ción, sería insólito que las actuales instancias judiciales develaran datos al respecto. Sin embargo, el sexenio está por concluir y nadie podrá defender, después del 1 de diciembre, a nadie que haya sido cobijado por la impunidad y la corrupción. Por lo mismo, la orden del INAI a la PGR es importante: se podrá escudriñar quién es y quién no es culpable en el caso Odebrecht que, hasta ahora, es un monumento a la impunidad en México.

Es deseable que el INAI, órgano independie­nte, lleve a sus últimas consecuenc­ias giradas a la PGR. Sería reprobable que quedara en un simple destello de autonomía y de presunción.

Una investigac­ión arroja que al menos 10.5 mdd fueron utilizados para sobornos a funcionari­os mexicanos

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