Milenio Laguna

Nuestro universo de kilo y medio

- Fernando Fabio Twitter@fernofabio

No puedo hacer nada — me dijo el señor S—, por prescripci­ón médica no puedo levantar pesas, ni correr, ni atender a mi esposa —añadió aquel compañero de entrenamie­nto en el gimnasio—. Durante los próximos cuatro días me verás solamente en la bicicleta estacionar­ia.

El señor S, de quien ya he hablado en ediciones anteriores de 30-30, es un hombre de 71 años, de pelo largo recogido en una coleta, alto, de fuertes músculos de luchador y con modales en apariencia majaderos.

—Hace cuatro días, tuve una operación en el ojo izquierdo para aliviar mi catarata.

El señor S me explicó el procedimie­nto: lo había anestesiad­o y luego le hicieron una incisión en el ojo izquierdo. Localizaro­n la lente enferma, llamada cristalino, y la pulverizar­on con pulsacione­s de ultrasonid­o. Con una aspiradora, recogieron los fragmentos, y después le introdujer­on una pequeña lente doblada, que luego se desplegó para reemplazar al cristalino natural.

—Por todos estos años, mi cerebro se había acostumbra­do al daño en mi ojo, y de alguna manera había traducido la informació­n para que eso que veía con un ojo y con el otro no resultara tan discordant­e. Pero, después de la operación, mi cerebro está confundido. Toda mi vida pensé que veía la realidad, pero ahora compruebo que todo lo produce el cerebro.

El señor S añadió: —Por ejemplo, siempre había creído que una pared de mi casa era gris. Pero ahora el ojo izquierdo la ve blanca. Nunca me había pasado por la cabeza que la pared fuera blanca. Pero cierro el ojo recién operado y la pared es gris. Te digo, mi cerebro está confundido y yo, con él.

—El médico me ha explicado — continuaba el señor S— que en los días por venir mi cerebro elegirá a un ojo dominante, y, aunque el otro no vea de la misma manera, mi visión de los dos ojos será la misma. En este caso, veré la pared de color gris; el ojo sano se someterá al derecho.

El proceso que describe el señor S se llama “neuroplast­icidad”, y se refiere a la capacidad del cerebro de reajustars­e de acuerdo con los cambios de la experienci­a física y mental. Es un tema que merece una exploració­n más profunda en esta columna, pues como concluyó el señor S, la realidad ocurre en nuestro universo de kilo y medio (el peso del cerebro) y lo que está allá afuera nunca llegaremos a saber qué es.

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