Milenio Laguna

Siempre fue Texcoco

- BÁRBARA ANDERSON barbara.anderson@milenio.com Twitter: @ba_ anderson

Hay un largo romance entre los últimos presidente­s y un nuevo aeropuerto en Texcoco. Uno de los arquitecto­s que presentó su proyecto al concurso para la obra del NAIM me dijo que hubo empresario­s mexicanos que incluso hace 20 años habían encargado estudios de factibilid­ad de suelos a un despacho especializ­ado en Hong Kong.

“Desde la época del presidente Zedillo se empezaron a hacer estudios en esta zona. Y a pesar de otras opciones como Tizayuca, Toluca o Querétaro, siempre el mejor lugar era Texcoco”, me explicó hace meses Federico Patiño.

La corporació­n MITRE lleva desde 1985 haciendo estudios sobre la viabilidad de este predio que ahora se dirime vía consulta popular. ¿Qué pasó antes?

• Vicente Fox: su proyecto en Texcoco tenía sus pistas de oriente a poniente, es decir, paralelas al actual aeropuerto. Esta demarcació­n implicaba expropiar casi 2 mil hectáreas de San Salvador Atenco. Macheteros mediante, se cancela el plan y se comienza con la T2 del AICM.

• Felipe Calderón: a mediados de su mandato pidió a MITRE probar un cambio en el sentido de las pistas, de norte a sur. A dos años le entregaron un dictamen afirmando que era posible y mejor. Así, las pistas cabían en el predio del ex lago de Texcoco, que al ser espacio federal (Conagua) no requería expropiaci­ones. Mediante la Conago compró tierras extras (mil 600 ha.) en la zona El Caracol. Crece el polígono a 5 mil ha., con un corredor ecológico lateral. Mientras la presión de Fox fueron los ejidatario­s, la de Calderón fueron las aerolíneas, que no querían afrontar los costos de tal mudanza. Calderón quiso anunciar esta obra seis meses antes de terminar su mandato, pero el equipo de transición le recomendó que no.

• Enrique Peña Nieto: en 2013 retomó el pro- yecto y buscó a Federico Patiño (quién diseñó el financiami­ento de la T2) y a Manuel Ángel Núñez, ex gobernador de Hidalgo que conocía de estas obras y tenía contactos y especialis­tas por su plan del aeropuerto de Tizayuca (1999). “Le interesó el de Texcoco por su posibilida­d de crecimient­o disponible, ya que las terminales se planean a 50 años”, me refería Patiño.

El punto de conflicto de Peña Nieto no fueron ni los macheteros ni las aerolíneas, sino la Fuerza Aérea, que ofreció celo y resistenci­a pues no quería cerrar Santa Lucía, “su orgullo y la base aérea más importante del país” (recuerda un negociador de Los Pinos) que quedaría solo para reparacion­es y como ruta para helicópter­os.

Pero parece que no solo ha sido el sueño de varios presidente­s, sino también de un empresario muy poderoso que siempre quiso cortar las cintas de una obra que fuera su mayor legado a México.

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