El Plebiscito Trump
El presidente Donald Trump no estaba en la boleta, pero sí en la mente de los electores estadunidenses que salieron a votar en números nunca vistos durante una elección legislativa o de medio término, y aunque los demócratas no tuvieron su esperada ola azul, sí recuperaron la mayoría en la Cámara baja y el control de puestos clave en varios gobiernos estatales. Oxígeno puro para un partido sumido en la crisis de identidad que arrastra desde el resultado de la elección presidencial en 2016.
Los resultados son un golpe al ego de Trump, pero no a sus aspiraciones políticas. Esta jornada deja bien abierta la puerta para su reelección en 2020. La coalición que llevó a Trump a la Casa Blanca mostró algunas fracturas, principalmente entre los republicanos moderados que rechazaban la idea de Hillary Clinton como presidente y que le dieron el beneficio de la duda a Trump hace dos años, pero su base de votantes en la América rural sigue mostrándose incondicional. Esos trumpistas salieron a votar en masa y no solo defendieron la mayoría republicana en el Senado, sino que ampliaron el control de los conservadores en la Cámara alta y desinflaron la expectativa de una goleada para un presidente con niveles de aprobación históricamente bajos.
Los demócratas se quedaron cortos en lugares como Florida, Georgia y Texas pero tendrán la oportunidad de fiscalizar al presidente y su entorno desde la Cámara de representantes.
Podemos esperar comités de investigación sobre los negocios familiares y hasta los impuestos de Trump, quien deberá negociar con la oposición para avanzar su agenda legislativa o de lo contrario recurrir al poder de la pluma para gobernar.
La elección legislativa confirma además la transformación del mapa político en Estados Unidos. El corazón industrial que durante décadas fue una fuente confiable de votos para los demócratas se ha convertido en una región sumamente competida para ambos partidos, mientras estados como Nevada, Arizona y hasta Texas, el gran bastión conservador, empiezan a reflejar las diversidad demográfica y generacional que está cambiando el rostro del país.
Los resultados son un golpe al ego del presidente, pero no a sus aspiraciones políticas