Los que lloran son siempre los pobres
Lascosas son tan injustas en este mundo que, cuando acontece una gran crisis económica, los primerísimos que pagan los platos rotos son los individuos de las clases más desfavorecidas. Los ricos siempre salen adelante, señoras y señores, siempre se las apañan: muy previsoramente, mandan sus caudales al exterior al vislumbrar apenas los signos anun- ciadores de la debacle, protegen en todo momento sus patrimonios y, llegado el caso, emigran a Miami (poblada, esta ciudad, por cientos de miles de latinoamericanos de todas las proveniencias) o se afincan en Montecarlo. Así que, si lo piensas, la estrategia de plantarle cara a “los mercados” no es precisamente la mejor política pública que pueda implementar un Gobierno preocupado por el bienestar de los pobres.
Pero, estos tales “mercados”, ¿qué son exactamente? Pues, resulta, en estos tiempos, que los mercados atesoran simplemente los ahorros de miles y miles de inversores, grandes y pequeños, que esperan no sólo proteger sus dineros sino obtener ganancias. Mientras tanto, las corporaciones que cotizan en el mercado bursátil o los fondos de inversión son manejados por expertos que analizan, en permanencia, el desempeño de las economías nacionales a la par que califican las decisiones tomadas por los respon- sables de llevar los asuntos económicos en cada país.
El tema de las devaluaciones parece ser, a primera vista, una mera herramienta utilizada impunemente por aviesos especuladores. Ocurre, sin embargo, que el valor de una moneda es una suerte de gran calificación otorgada por la comunidad financiera internacional a las distintas economías en virtud de su desempeño económico: ¿manejas bien los presupuestos, creas un clima favorable a la inversión, aumentas la competitividad y te vuelves más productivo? Tu moneda no se devalúa o mantiene su cuantía o hasta aumenta respecto de las demás. ¿Gastas en demasía, te endeudas, no aseguras buenas condiciones para los negocios o, de plano, te enfrentas abiertamente a los empresarios? La divisa de tu país cae. Así de simple.
Hay, desde luego, monedas-refugio. Pero no son, justamente, las de las economías más ineficientes sino las de las naciones más competitivas. Pues eso.
Hay monedas-refugio, pero no son, justamente, las de las economías más ineficientes