Milenio Laguna

Los que lloran son siempre los pobres

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Lascosas son tan injustas en este mundo que, cuando acontece una gran crisis económica, los primerísim­os que pagan los platos rotos son los individuos de las clases más desfavorec­idas. Los ricos siempre salen adelante, señoras y señores, siempre se las apañan: muy previsoram­ente, mandan sus caudales al exterior al vislumbrar apenas los signos anun- ciadores de la debacle, protegen en todo momento sus patrimonio­s y, llegado el caso, emigran a Miami (poblada, esta ciudad, por cientos de miles de latinoamer­icanos de todas las provenienc­ias) o se afincan en Montecarlo. Así que, si lo piensas, la estrategia de plantarle cara a “los mercados” no es precisamen­te la mejor política pública que pueda implementa­r un Gobierno preocupado por el bienestar de los pobres.

Pero, estos tales “mercados”, ¿qué son exactament­e? Pues, resulta, en estos tiempos, que los mercados atesoran simplement­e los ahorros de miles y miles de inversores, grandes y pequeños, que esperan no sólo proteger sus dineros sino obtener ganancias. Mientras tanto, las corporacio­nes que cotizan en el mercado bursátil o los fondos de inversión son manejados por expertos que analizan, en permanenci­a, el desempeño de las economías nacionales a la par que califican las decisiones tomadas por los respon- sables de llevar los asuntos económicos en cada país.

El tema de las devaluacio­nes parece ser, a primera vista, una mera herramient­a utilizada impunement­e por aviesos especulado­res. Ocurre, sin embargo, que el valor de una moneda es una suerte de gran calificaci­ón otorgada por la comunidad financiera internacio­nal a las distintas economías en virtud de su desempeño económico: ¿manejas bien los presupuest­os, creas un clima favorable a la inversión, aumentas la competitiv­idad y te vuelves más productivo? Tu moneda no se devalúa o mantiene su cuantía o hasta aumenta respecto de las demás. ¿Gastas en demasía, te endeudas, no aseguras buenas condicione­s para los negocios o, de plano, te enfrentas abiertamen­te a los empresario­s? La divisa de tu país cae. Así de simple.

Hay, desde luego, monedas-refugio. Pero no son, justamente, las de las economías más ineficient­es sino las de las naciones más competitiv­as. Pues eso.

Hay monedas-refugio, pero no son, justamente, las de las economías más ineficient­es

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