Buenas personas, no cínicos
Es obvio, pero no debiera, concluir que los comentarios que se hacen en la prensa, radio o televisión, obedecen al interés personal o de grupo de quien(es) lo emiten. Largas horas y muchos años he leído periódicos y revistas, y escuchado noticieros. Pienso que cada vez esos espacios se utilizan sin la ética y el rigor profesional que en el periodismo debieran ser innegociables. Han devenido en ecos para favorecer privilegios –por decir lo menos-. Así, a nivel municipal, regional, estatal o nacional, se observa cómo un buen número de publicaciones y emisiones electrónicas optan por asumir un rol contrario al deseado, al que los cánones marcan.
No hay que ir muy lejos para referir, con ejemplos emblemáticos, que ese periodismo ha detonado, también, una violencia social. La sociedad mexicana atraviesa una polarización y en ello hay corresponsabilidad de ese ejercicio insano. En aras de una espejeante actualidad, así como una ofuscada libertad de expresión, articulistas, columnistas, reporteros, presentadoras(es) de noticias, editores(as) y entrevistadores(as) no tienen empacho en dar la espalda a la deontología de la profesión y, por tanto, traicionar a la gente. Navegamos, periodísticamente, desprovistos de principios y valores morales fundamentales, herramientas básicas en la idea servir a la sociedad y abonarle a su libertad y derechos humanos. El tema es complicado.
Algo tendrá que suceder, ignoro qué, para que el periodismo restablezca o vea por la vida y calidad humana desde cualquier ángulo: político, educativo, cultural, económico, religioso, financiero, policíaco, tecnológico, científico… Investigar, indagar, comprobar y exponer para informar simple y llanamente, sin recurrir a la maldad o hacerlo tendenciosamente, es una obligación y piedra de toque para que las audiencias encuentren un asidero en su travesía diaria entre la industria mediática. ¿Imposible? No. Ni ingenuidad ni romanticismo. Es un llamado al profesionalismo. A su ejercicio libre y libertario, defensor de las libertades y derechos de la humanidad toda. Una decisión personal de inmenso alcance social. Cómo olvidar a Ryzsard Kapuscinski: “Para ser periodista hay que ser buena persona ante todo”, o: “Los cínicos no sirven para este oficio”.
La sociedad mexicana atraviesa una polarización