“Llegaron los Super-Mega Delegados”
APrimera postal. rropadosporlaalternancia, Vicente Fox y Felipe Calderón rompieron con la verticalidad de una presidencia centralista nacida en 1929 con el Partido Nacional Revolucionario; bisabuelo del PRI.
Ambosmodificaronlarelaciónconlos gobernadores de los distintos partidos y derrumbaron tres pedestales que apuntalaban a una República disfuncional: la obediencia servil de los gobernadores; la pirámide que bajaba desde el presidente delaRepúblicahastaelpolicíamunicipal para controlar la inseguridad pública y el aparato de inteligencia que desde el inframundo silencioso acababa con enemigos reales o ficticios del poder estatal. Segunda postal.
Sueltas las amarras,losgobernadores enloquecieron de poderycrearon,fuerade laautoridadpresidencial, sus propias islas de regodeo ilimitado.
La mayoría de ellos descuidó la seguridadpública,seendeudóysecorrompió hasta la saciedad. Entre ellos, de 2000 a 2018 acumularon más de 300 mil asesinados. De 2003 a 2018 acumularon una deuda de 574 mil 780.5 mdp (7-9-2018: Centro de Estudios de Finanzas Públicas).
Gustavo de Hoyos, presidente nacional de COPARMEX, puntualiza: “la deuda pública de las entidades federativas es un posible resultado de la corrupción e impunidad, por lo que se deben mejorar los mecanismos que revisan las finanzas públicas locales” (28-10-2018). Tercera postal.
En cada estado arribarán los SuperMega Delegados para aterrizar los programas sociales federales; asegurar un correcto uso de los recursos públicos y afirmar el compromiso de los Gobernadores con la seguridad pública de sus gobernados.
Bajoesasbuenasintenciones, ellos acotarán el poder de los gobernadores y construirán una clientela electoral que apuntale el nacimiento de Morena como partido político.
Por eso, los gobernadores pusieron
no._ el grito en el cielo y se envolvieron con el manto del federalismo. Su carnaval terminó. Por eso, lloran y sufren. Pero la historia es caprichosa. Pudiéramos estar en el inicio de otro aquelarre de alcances incalculables. Ojalá
Los gobernadores pusieron el grito en el cielo y se envolvieron con el manto del federalismo