Sido como sido”, expresó Calderón tras resultar ganador de los comicios
subía y, de pronto, el michoacano en efecto ya estaba arriba por tres puntos.
Pero AMLO estaba seguro de su triunfo. Había recorrido 30 años desde el inicio de su carrera políticaparaalcanzarlaPresidenciadela República, en los que pasó de encabezar bloqueos a pozos petroleros paradenunciar“fraudeelectoral”y acusaraPemexdel“dañoquecausa a la ecología en Tabasco”, a realizar marchas por la democracia y caravanas hacia Ciudad de México.
Precisamente en 2006 inició la parte más delicada de su carrera política por la Presidencia. Los 12 años más funestos: guerra sucia, ataques, ofensas, humillaciones, traiciones, burlas, señalamientos, calificativos y acusaciones de todo tipo, muchas rayando incluso en la discriminación.
Sus adversarios se regocijaron por la derrota de 2006 para imponer a Felipe Calderón con una legitimidad endeble, en la que el mismo michoacano prácticamente justificó el alegato de fraude cuando declaró: “haiga sido como haiga sido”.
El país se polarizó. El tabasqueño no reconoció en ningún momentoaCalderón,aquientachóde “espurio” y “usurpador”. Pero tuvo que admitir: “Me confié, sabía de lo que eran capaces, pero no pensé que llegaran a tanto”, y se declaró Presidente Legítimo de México.
En ese momento cuando inició un camino oscuro, desconocido, desolado, peor aún que lo vivido cuando en el gobierno de Vicente Fox se promovió el desafuero con su contra, entonces jefe de Gobierno,por“desacato”,conlaintención de sacarlo de la carrera presidencial.
En esa ocasión, antes de su comparecencia en San Lázaro, marcó las directrices a sus seguidores en el Zócalo: “No perdamos de vista que esto apenas comienza, que estamos iniciando una nueva etapa; nuestro objetivo principal es la regeneración de la vida pública de México. Ahora, con más razón, debemosemprenderunarenovación tajante,unaverdaderapurificación de la vida pública.