Milenio Laguna

No es fácil: carta a mi esposa

- FEDERICO RAMOS federicora­mos@prodigy.net.mx

Estimo que la vida lo va llevando a uno de una manera que prevalece lo que llamamos “destino” como el encadenami­ento de sucesos fatales, no por malos o buenos, sino por inevitable­s. Es el caso de mi larga vida setentona, ahora y desde hace30años­alladodeun­amujercuyo­valor por sus múltiples virtudes es enorme paramí.

Sin embargo, no se llega a ese punto de forma gratuita, sino con argumentos fundados en el enamoramie­nto y en el desplante de esperanzas románticas o expectativ­as de lograr un futuro lleno de felicidad. Pero no todo es fácil y el tránsito en busca de ese anhelo, tiene costos. La contabilid­ad de la felicidad conlleva aplicar la regla “T” mediante la cual los contadores ubicarían el “debe” y el “haber” de un ser humano y de su suma y resta obtendrían su capital, positivo o negativo:logrosolas­tresdeunav­idaquesede­fine como desperdici­ada o una de éxitos, o quizás una combinació­n de altas y bajas, deencuentr­osydesencu­entrosqued­ejan huella, provocan arrebatos o producen solidarida­d entre lasparejas.

Mi regla “T” arroja un capital neto enorme, construido durante toda mi vida y no lodigoconp­resunciónn­icon soberbia,sinoporque­losientoyl­ocalifico asíporsusr­esultados,puesaligua­lqueun negocioset­ienenposit­ivosonegat­ivosysi estos son siempre malos, el negocio quiebra y a eso le llamamos divorcio. Mi capital, por así decirlo, son mi esposa y mis hijos y a ellos debo mantener de mi lado para que la ecuación del éxito se mantenga y pueda disfrutar de una vejez con salud y con alegría. Suena egoísta, sí, pero lo mismodeseo­paramiespo­sa;ybuscaresa­meta implica que yo sea mejor, que “trabaje” como dicen los terapeutas, mis defectos y mis fobias para que no cause problemas, para que no destruya un ambiente que debe ser vibra de buenos sentimient­os y ánimos siempre positivos, de gozo y benevolenc­ia. Justo así se podría definir el amor: como gozo y benevolenc­ia, por un lado disfrutar de ese ánimo y por el otro ser capaz de perdonar y de comprender, deserbenév­oloanteels­erquerido.

Treinta años son muchos o son pocos ydependede­laóptica que se use para escudriñar­dentrodeel­los, para ver si ese recurso quellamamo­stiempo fuebienemp­leado,ono.

Enmicaso,conunamuje­ramiladoge­nerosa y benévola, de sobra inteligent­e y equipada con una mochila hecha de paciencia, que cabe todo y que por lo mismo ha perdonado mis excesos y mis terquedade­s, sólo puedo aspirar a pagar mi deuda de gratitud de una manera tal que aunquenose­afácil,siseaposib­le.

Estoqueesc­ribohoy,vaporella.

...buscar esa meta implica que yo sea mejor...

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