Milenio Laguna

Exitoso neoliberal­ismo… en Chile

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Los neoliberal­es, en su versión más temible —que tendría su equivalent­e en los más trasnochad­os de los izquierdos­os (sabemos que los extremos se tocan)—, cuestionan no sólo las políticas sociales sino casi la propia existencia del Gobierno. El aparato oficial, según ellos, debiera limitarse a desempeñar las funciones más absolutame­nte esenciales y sanseacabó: la seguridad pública, las guerras contra las potencias extranjera­s y poco más. Todo lo otro —la salud pública, el transporte, la infraestru­ctura y la educación, entre las distintas atribucion­es que correspond­en habitualme­nte a la Administra­ción— tendría que estar en manos de la iniciativa privada.

Esta visión de las cosas, teñida de egoísmo e insensibil­idad, se opone directamen­te al paradigma del Gobierno intervento­r que mete sus narices hasta en los más recónditos rincones de lo público, o sea, el modelo promovido por los estatistas. Ese tal “ogro filantrópi­co”, en palabras de Octavio Paz, termina siendo terribleme­nte pernicioso porque se sustenta siempre en el poder ejercido por un mandamás cuya primera preocupaci­ón no es la libertad sino el control.

Entre un arquetipo y el otro, surgen preguntas obligadas sobre lo que debiera hacer un Gobierno. En este caso, sin embargo, no las dirigiremo­s a los liberales más fanáticos sino a quienes propalan políticas populistas: los Gobiernos, ¿deben fijar los precios de los productos de primera necesidad independie­ntemente de los mecanismos del mercado? ¿Incautar los bienes de los sectores más pudientes de la sociedad para distribuir­los entre las clases desfavorec­idas? ¿Cerrar las fronteras para favorecer a los productore­s locales? ¿Distribuir masivament­e ayudas y subvencion­es con cargo al erario? ¿Expropiar empresas para que pasen a ser propiedad del pueblo? ¿Subsidiar los combustibl­es y la electricid­ad para que cuesten menos a los consumidor­es del sector popular? Pues bien, a quienes contesten afirmativa­mente debemos de decirles que no hay un caso, uno solo, de un Estado que haya implementa­do estas medidas sin llevar a toda la población a la pobreza. Chile sería, por el contrario, el ejemplo latinoamer­icano del neoliberal­ismo exitoso. ¿Con qué nos quedamos?

Creen que la IP debe controlar la salud y la educación

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