¿Qué hacer ante el conservadurismo?
El conservadurismo es un fantasma que se expande por el planeta. Tiene muchas caras, unas descaradas como Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos, Macri en Argentina, los gobernantes de Hungría y de algunos países en el Centro y el Este de Europa, el reciente triunfo de la derecha en El Salvador y tantos otros. También está el conservadurismo disfrazado y dictatorial, como lo es en Siria y en Venezuela, sin olvidar al régimen stalinsta-zarista de Putin en Rusia y tantos otros en África y Asia.
En México vivimos algo insólito: una revuelta electoral contra una casta corrupta y promotora de un modelo neoliberal que agudizó la desigualdad, la pobreza, la violencia militar y criminal, elevando los atropellos a niveles de guerra; está convirtiéndose en una restauración conservadora, que mezcla las viejas prácticas priistas con una demagogia pobrista.
Es una lista interminable de acciones conservadoras, la que tenemos ante nosotros casi todos los días, derivadas de políticas gubernamentales.
Restauración y legalización del modelo militar para combatir la violencia del narco, aunque ahora se decreta el “fin oficial de la guerra y la no persecución de capos”. Sin embargo, siguen operándose las medidas para hacer los cambios constitucionales, para crear la Guardia Nacional. Además se
hacen llamados para reclutar a decenas de miles para ese cuerpo militar, aunque aún no esté formalizada su creación.
Se hacen casi a diario llamados a la buena “moral” y se distribuyen Cartillas
morales y se continúa proponiendo una Constitución moral.
Se afirma que el neoliberalismo fomentó los divorcios disolviendo a “la familia corazón de la sociedad”, casi tal como se decía en el franquismo.
La demagogia contra el neoliberalismo se contradice con la política económica del gobierno de la 4T, que mantiene dos de los sagrados apotegmas del Consenso
de Washington: equilibrio financiero y ninguna reforma fiscal que afecte al capital.
Ahora estamos ante la conversión de los subsidios estatales para guarderías, en asignaciones personificadas, para evitar la corrupción y para “que las abuelas cuiden a los nietos”.
Están también en curso decenas de miles de despidos en el sector público, bajo los supuestos de austeridad y combate a
la corrupción, al mismo tiempo que se solapan las marrullerías para esconder las inmensas riquezas acumuladas, dicen, en 100 años de trabajo, por figuras muy importantes del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ocurren extrañas erratas en los proyectos de reformas, como la eliminación de la fracción VII del artículo Tercero Constitucional, que establece la Autonomía Universitaria y los derechos laborales de los trabajadores universitarios en el Apartado A.
Se concentra el poder centralmente creando la figura de delegados y la adquisición en una sola ventanilla.
Cada vez hay una tendencia de control mediático, que se expresa en las maña ne ras trasmitidas íntegramente por Canal Once y una sistemática sustitución de comentóc ratas por nuevos periodistas independientes, en Radio, Televisión y prensa escrita. Ante el conservadurismo gubernamental hay que imaginar muchas formas, entre ellas las tertulias. He participado en unas 100 con unos 3 mil asistentes. Hagan la suyas, inviten.