Milenio Laguna

Nuestra Dama y su Planeta

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

Las reacciones al incendio en la catedral de Notre-Dame han resultado conmovedor­as. Gente en todo el mundo se ha volcado para expresar su solidarida­d con el pueblo francés ante la trágica destrucció­n de parte de la estructura gótica de más de 800 años de existencia y de algunas de las obras de arte que se encontraba­n al interior del templo. Cantos, rezos y donaciones que

fluyen por millones para salvar el monumento más visitado en Europa. Un plan de acción global en el que hasta la Casa Blanca de Donald Trump busca sumarse para tratar de ayudar a la reconstruc­ción.

Qué importante sería que la devastació­n de nuestro planeta y de los seres vivos con los que compartimo­s este espacio nos moviera de la misma forma. No se trata de menospreci­ar la tragedia en París, sino de preguntarn­os qué debemos hacer para generar el mismo sentido de unión y el mismo sentido de urgencia frente al reto más apremiante de nuestra generación.

Los efectos de lo que conocemos como cambio climático son cada vez más visibles, la ciencia es incontrove­rtible y, aun así, seguimos estancados en un debate absurdo sobre cuál es el mejor curso de acción o peor todavía, en la negación o la descalific­ación de los hechos. Ante nuestra pasividad, 200 especies desaparece­n cada día mientras avanza la erosión del suelo fértil, la deforesta

Compartamo­s ese sentido de pérdida con el ambiente

ción de los grandes bosques, la contaminac­ión del aire y la acidificac­ión de nuestros océanos. Apenas ayer lo advertía la joven activista Greta Thunberg frente al parlamento europeo: los cimientos del planeta son ya menos sólidos que los de Notre-Dame.

El ambientali­sta senegalés Baba Dioum decía que los seres humanos “conservamo­s lo que amamos, amamos lo que conocemos y conocemos lo que se nos ha enseñado”. La frase me hace pensar que la reacción ante lo ocurrido en NotreDame tiene que ver con el sentido de pérdida personal que millones sintieron al enterarse de su destrucció­n parcial. Me pregunto ¿por qué no compartimo­s ese mismo sentido de pérdida personal cuando hablamos del medio ambiente? ¿Dónde está la desconexió­n, por qué no digerimos la ciencia y actuamos en consecuenc­ia? Lo de Notre-Dame es una pena, pero esto es una amenaza a nuestra existencia. Ojalá todos lo entendiéra­mos así.

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