El trágico recordatorio de Minatitlán
Llevamos varios días, entre otras cosas por lo sucedido en l amañan era entre Jorge Ramos y el pre si denteLó pez Obrador, discutiendo de números y cifras de violencia, en particular de homicidios. Argumentado detalles numéricos que parecen absurdos frente ala tragedia que vive el país.
Y de repente, el horror de la masacre en Minatitlán.
Por supuesto, acostumbrados a estas
tragedias, lo primero es una vez más la politiquería, que si quién gobierna qué y de quiénes la responsabilidad.
Como sino supiéramos que en muchas zonas del país—basta volteara Gua na ju a to—los gobiernos de cualquier color hace mucho no existen, que hay espacios geográficos,políticos, en los que la violencia es la única ley y que los jefes son los ca pos, los asesinos, los delincuentes.
Olvidando lo que tantos que en verdad saben nos vienen diciendo hace un tiempo: la pacificación del país es un asunto de Estado, no de gobierno, y mucho más complicado de lo que algunos parecen creer.
Vivo en un país experto en contabilizar sustragedias.
Hoy en día cuentan los homicidios con diferentes metodologías el In egi, el SecretariadoEjecutivo, el grupo in ter institucional que re porta todas las mañana sal Presidente y el gobierno recolecta también uno de fuentes abiertas.
No digo esto porque piense que no hay
Como si no supiéramos que en muchas zonas los jefes son los asesinos
que tener toda la información para poder tomar decisiones, sino porque después de tantos años contabilizando el horror, no queda claro que las decisiones que desde hace mucho se han tomado hayan hecho caso a los números o que los números solo cuentan una parte de la historia.
El 2014 fue el año con menos homicidios de la última década. Lo mismo en el país, como en el estado de Guerrero. En septiembre de ese año en Iguala, en una noche, sucedió la masacre en contra de los estudiantes de la escuela normal de Ayotzi napa.
En esos meses de 2014, antes de la noche de Iguala, el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto presumía el descenso en la violencia. Su estrategia, nos decían, estaba funcionando.
En Minatitlán los homicidios habían aumentado casi al doble en los últimos años, fueron contabilizados con precisión.
Y sucedió lo que sucedió. Si no se hace algo serio y diferente, seguiremos contando números cada vez más aterradores.