Un oficio en peligro de extinción
El oficio del pizcador de algodón parece que va quedando en el olvido; luego que por años fue uno de los más cotizados, pues cada año venían familias completas para la temporada de cosecha; no sólo la implementación de maquinaria para realizar esta labor, sino también la comodidad de un trabajo en la maquila están extinguiendo este oficio que fue tradición en el sector algodonero. Paulín Vázquez López, presidente del Consejo de Vigilancia del la Unión de Ejidos Francisco I. Madero, Planta Despepitadora, señaló: “Estamos tratando de ver la manera de evitar la pepena, porque la pizca manual es carísima y además no ya no es pizca”. Al respecto explicó que en la actualidad con la maquinaria que utiliza para la obtención de algodón se logra hasta un 42% de rendimiento, mientras que en un pizcado a mano se obtiene 25%, porque es más basura que algodón, pero lamentó que en la actualidad, ya no hay mano de obra. Ahora hay que buscar que todo sea mecánico para obtener más rendimiento.
“Pero ahora ya no hay pizcadores; lamentablemente antes un buen pizcador obtenida 60 kilos y ahora se le echa 200 kilos, pero es de muy mala calidad y lleva mucha basura”. De ahí que este parece ser el principio de la extinción de este oficio, la tendencia es hacia lo mecánico.
Juan Felipe Pacheco Zamora, tiene 64 años, es originario del Ejido Rosita tiene uno de los puestos de tacos de barbacoa más conocidos de esta comunidad, por 24 años, su familia le ha apoyado en la atención del negocio. Sin embargo, él añora los tiempos en que sólo se dedicaba al cultivo del algodón, vocación que le fue heredada por sus padres. Hoy combina ambas actividades, ya que asegura, del tradicional cultivo lagunero, la incertidumbre es la única constante.
“Como este año hemos batallado mucho, salimos únicamente para lo indispensable, ahora rentamos 11 hectáreas, y lo que sacamos lo vendemos en el despepite Nueva Laguna; pero es muy caro”, expuso.
Su puesto de venta de tacos de barbacoa le ha llamado, “El Rincón de los Lamentos”, ya que ahí acuden varios ejidatarios y productores a exponer sus lamentos sobre la mala situación que están viviendo ante la crisis del algodón, donde se privilegia al hilo de algodón extranjero más que al mexicano.
El algodón lo trajo de regreso
Con 63 años de edad, Víctor Manuel Navarro, tiene toda su vida dedicándose a labrar la tierra y a la siembra del algodón; aún y que tuvo sus tierras, el destino hoy lo ha llevado a rentar una parcela de dos hectáreas en el Ejido El Estribo, municipio de San Pedro de las Colonias. Sin embargo, con nostalgia recuerda cómo se fue de indocumentado, etapa que le hizo pasar tragos amargos a lo largo de cinco años.
El destino dice, se ve “negro”, ya que no se han logrado comercializar miles de pacas de algodón de la producción 2018, y sin obtener un peso invertido ese año, ya tienen que enfrentar el ciclo 2019, con la incertidumbre que les genera el no poder competir con la importación de hilo asiático, ni con los bajos precios que los intermediarios les pagan el algodón.
Sus hijos prefieren la maquila
Óscar Álvarez Martínez, 65 años, con pala en mano, andaba trabajando para bordear bordos de las 3.5 hectáreas de las tierras que trabaja en el ejido El Estribo, municipio de San Pedro de las Colonias; a principios del mes de marzo, sembró las semillas de algodón, cultivo al que desde que nació, se ha dedicado.
Para este campesino que saca fuerzas de las entrañas para poder movilizarlapalaysurcarlatierraen dondeyacomienzanabrotarlaspequeñas plantitas de algodón. Aunque a su familia, sus hijos les gusta su oficio, ellos prefieren el cambio fácil,ysehanenlistadoenlasfilasde la maquiladora; saben que el trabajodelcampoimplicasacrificiosque hasta el momento sólo su padre ha sabido enfrenar.
“Ellos prefieren el cambio fácil, y se han enlistado en las filas de la maquiladora”