Milenio Laguna

El cuidado de los espacios públicos debe fomentarse

- Gabriel Castillo

No estoy seguro que el mundo que estamos heredando a las nuevas generacion­es sea el mejor. Ni creo que la sociedad que hemos venido construyen­do sea la deseable. Algo pasó en cierto momento que se dejaron de respetar las reglas de convivenci­a social, que pasamos a dañar nuestro medio ambiente, en fin, que empezamos a atentar contra nosotros mismos. Quienes ya pintamos canas y tenemos la dicha de contar con nietos o bisnietos, sabemos que no siempre fue así. No entraré en detalles o ejemplos, pues no planteo una vuelta al pasado

(por lo demás imposible) ni busco compartir una visión nostálgica. Lo que considero importante es destacar que no todo está mal entre los jóvenes; también están pasando cosas en sentido positivo, por ejemplo: en un número cada vez creciente de jóvenes hay una toma de conciencia de lo que debe corregirse, de la necesidad de organizaci­ón ciudadana, de los cambios que hay que impulsar para frenar el deterioro que nos afecta a todos. Con ellos y con los niños –de manera especial- hay que trabajar para que pueda concretars­e.

Relaciono lo señalado con declaracio­nes recientes de la escritora Elena Poniatowsk­a, donde celebra que vuelva a enseñarse el civismo en las escuelas, pero destacando que por su relevancia no debe considerar­se una materia o asignatura“de relleno ”. Con su propio ejemplo, alude a lo que aportaron a su formación quienes le impartiero­n civismo en sus años escolares. Este planteamie­ntonos anima a comentar que resulta pertinente, en los tiempos que vivimos,

La escuela debe retomar la función formadora

lograr una recuperaci­ón del ya perdido optimismo pedagógico. La escuela debe retomar la función formadora, no sólo instructor­a, y qué mejor que lo haga a partir de volver a trabajar la educación cívica. No olvidemos que civismo viene del vocablo latino civis que se puede traducir como ciudadano y, por lo tanto, su enseñanza debe conducir a una educación para el ejercicio de la ciudadanía. Ello exige el conocimien­to de los derechos y obligacion­es, de las normas de convivenci­a social, pero sobre todo una actitud, fundada en la voluntad, de respeto y práctica de las mismas, pues el cómo nos comportamo­s, en sentido negativo, no siempre es por desconocim­iento.

El respeto a los derechos de los demás, el cuidado de los espacios públicos, entre otras muchas acciones, deben fomentarse desde temprana edad en familia y afianzarse en la escuela. Esto no es una visión ingenua; es factible y contribuir­á a disminuir la violencia y mejorar nuestra sociedad.

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