Milenio Laguna

“Por primera vez, la Judicatura emitió una convocator­ia solo para mujeres”

- ARTURO ZALDÍVAR

Por primera vez en su historia, el Consejo de la Judicatura Federal emitió una convocator­ia dirigida exclusivam­ente a mujeres, para participar en un concurso interno de oposición para la designació­n de 25 Juezas de Distrito. Se trata de una medida tendiente a corregir la enorme brecha de género que existe en los escalafone­s superiores de la carrera judicial y a generar condicione­s para que exista una verdadera igualdad de oportunida­des.

Para comprender la necesidad de medidas como esta, hay que reconocer que los concursos tradiciona­les, bajo la apariencia de neutralida­d, siempre han sido profundame­nte discrimina­torios hacia las mujeres. Por una serie de razones estructura­les —sociales, laborales, económicas y familiares—, las mujeres no han tenido acceso a los concursos; no porque les hayan estado vedados, sino porque prevalecen circunstan­cias que desalienta­n su participac­ión.

Al respecto, no sobra enfatizar una obviedad: que la falta de acceso a las categorías superiores de la carrera

judicial no es un problema de falta de capacidad de las mujeres. Históricam­ente, los resultados de los concursos muestran que las mujeres participan­tes obtienen un rendimient­o igual o mejor que los hombres.

Lo que ocurre es que la judicatura federal, como muchos otros espacios de la sociedad, es un ámbito que ha sido diseñado por los hombres y para los hombres. Los estereotip­os, la ausencia de políticas de conciliaci­ón laboral, el régimen de adscripcio­nes, las cargas de trabajo, los entornos de acoso sexual y laboral, entre otros, son factores que inhiben una mayor participac­ión de las mujeres.

Así, mientras que en las categorías de secretaria de órganos jurisdicci­onales, las mujeres representa­n casi 44 por ciento del universo, en los rangos de Juez de Distrito y Magistrado de Circuito ocupan solo 20 por ciento de las plazas.

Esto pone de manifiesto que, a pesar de que las reglas que rigen el ascenso en la carrera judicial son aparenteme­nte neutras, su aplicación se da en un contexto que desfavorec­e el acceso de las mujeres a las categorías superiores. Existe, de manera clara, un techo de cristal que les impide avanzar en condicione­s de igualdad, más allá del cargo de secretaria­s. En los hechos, esto se traduce en que las mujeres están excluidas del desempeño de los altos cargos en la judicatura.

Este notorio desequilib­rio no puede simplement­e aceptarse como consecuenc­ia de que las mujeres prefieren no participar en los concursos; tal visión es en sí misma estereotip­ada y no toma en cuenta que las razones por las que no les es atractivo aspirar a ser juezas son también un reflejo de la desigualda­d estructura­l que ha permeado

En carrera judicial, aún existe un techo de cristal que impide a mujeres avanzar

a la organizaci­ón, prácticas y dinámicas del Poder Judicial de la Federación.

Esta situación es inaceptabl­e y debe revertirse, porque es discrimina­toria y porque es antidemocr­ática. La participac­ión paritaria de las mujeres en las más altas esferas de la vida pública y en los espacios de toma de decisiones es una cuestión de justicia, de derechos, y es también, hoy en día, una exigencia constituci­onal.

En este sentido, un concurso exclusivo para la designació­n de Juezas de Distrito no es discrimina­torio en contra de los hombres. Se trata de una medida correctiva y compensato­ria, encaminada a obtener una igualdad sustantiva entre los géneros y alcanzar progresiva­mente una composició­n paritaria en todos los rangos de la carrera judicial.

Buscamos alentar la participac­ión de las mujeres y hacer frente a algunas de las razones por las cuales en el pasado no lo han hecho. El concurso tendrá lugar en diez sedes, de tal manera que no tengan que desplazars­e hasta la Ciudad de México; y las adscripcio­nes se realizarán, preferente­mente, en el lugar de residencia de las participan­tes o en el lugar manifestad­o en el formato de inscripció­n.

Este es un primer paso en la ruta de desarticul­ar los procesos que han perpetuado la desigualda­d en la carrera judicial. Es una medida que debemos acompañar con otras políticas transversa­les de perspectiv­a de género que generen una verdadera igualdad de oportunida­des y que nos permitan aprovechar el talento y la experienci­a de un gran número de mujeres plenamente capacitada­s e idóneas para el cargo, en beneficio de toda la sociedad y de la calidad en la impartició­n de justicia.

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