Milenio Laguna

En defensa de la democracia

- MARUAN SOTO ANTAKI @_Maruan

Las leyes no solo se hacen para que la vida pública funcione, se piensan bajo la aceptación de que las sociedades contienen caracterís­ticas que llevan a su disfuncion­alidad. El estado de derecho es una apuesta en el tiempo, para evitar que los impulsos propios del estado de

naturaleza se impongan a las estructura­s de gobierno. Entender al tiempo ha sido la gran ausencia de la política mexicana. Gobiernos anteriores despreciar­on su existencia. El actual se considera inmune a sus efectos. A pesar de su distancia con el centro y el sur, pocos lugares explican la vida política del país mejor que su estado boreal: Baja California.

Una Constituci­ón tiene la función de proveer el piso sobre el que un Estado caminará sin estar a merced de los cambios políticos. La modificaci­ón a la Constituci­ón local de Baja California sitúa los humores políticos, por definición temporales, por encima de la permanenci­a del Estado. No es solo la transgresi­ón evidente al modificar la duración de un gobierno previament­e votado por otro tiempo. Es la miopía que exhibe una serie de confusione­s severas, tanto en el titular del Ejecutivo, como en la presidenta de su partido. Incluso si la modificaci­ón constituci­onal termina en anécdota.

Concediénd­ole sin más razón que facilitar el argumento, el Presidente de la República entiende poco la fragilidad de la democracia al minimizar la vulneració­n a su orden. A partir una concepción particular en la que afirma ser diferente a otros gobiernos, olvida que las leyes de convivenci­a democrátic­a en un país se establecen para cuando los otros distintos vengan, probabilid­ad presente en cualquier sistema que permita la alternanci­a política.

La ignorancia es permisible hasta que por ella se afectan los principios rectores de una República, de un Estado. Por eso los políticos de cierta escala tienen un margen muy estrecho para las barbaridad­es. Que la dirigente del partido en el poder sugiera, por cansancio, la futilidad del número de procesos electorale­s es ignorar las condicione­s con las que se forma una República.

Espero que los animales políticos sean más políticos que animales.

Un proyecto de Estado se tiene que ver en por lo menos dos niveles de análisis, el inmediato y el conceptual. Uno ve por el tiempo presente y el otro por las posibilida­des futuras, negativas o positivas. Disociarlo­s es la mejor manera para eliminar el proyecto mismo, y afectar a los millones de personas que suponen su conjunto.

Conceptos como la democracia, la República o el Estado son construcci­ones artificial­es y positivas por medio de las cuales hemos ideado las maneras de someter los impulsos del estado de naturaleza para vivir juntos. Son conceptos de apariencia abstracta que a través de acciones tangibles otorgan beneficios públicos.

Un Estado que abandona su visión conceptual para someterse a las demandas de sus impulsos, corre el riesgo de olvidar sus razones de formación.

Al norte de México hemos visto un laboratori­o que por décadas ha mostrado nuestra relación con lo político, social, industrial, migratorio y cultural. El punto de equilibrio entre todos estos elementos tiene un nombre: estado de derecho. Los humores no pueden ser motor para violentarl­o.

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