La democracia y el tranvía
La gente lo escucha atentamente, corea su nombre, sus consignas. “Son sus fans, sus peñas, sus barrasbravas. Y, como en el futbol, sus seguidores lo apoyan sin condiciones, sin preguntarse por sus virajes ideológicos o por sus cambios de políticas”, dice
Tembloroso y atónito, el cartujo recorre las páginas de La democracia es un tranvía. El ascenso de Erdoğany la transformación de Turquía (Península, 2019), de los periodistas españoles Ilya U. Topper y Andrés Mourenza. Al terminar, pasa la noche atormentado por las lecciones de esta historia, aparentemente tan lejana en todos sentidos. Pero no. Esto ha sucedido y sucede en muchas otras partes: la llegada al poder de un hombre arropado por masas modeladas por él mismo, imbuido de firmes creencias religiosas, ansioso por convertirse en el nuevo padre de la patria, con ideas inamovibles, “capaz de mantenerse en sus trece contra viento y marea. Incluso contra los consejos de sus asesores y las más elementales normas del sentido común”, escriben Topper y Mourenza y el monje siente el espanto de estar viviendo una realidad semejante en muchos aspectos.
El título del libro surge de una fraseatribuida a Recep Tayyip Erdoğan, quien en 1996 habría dicho: “La democracia es un tranvía: cuando llegas a tu parada, te bajas”. Para él, la vía democrática ha sido solo el vehículo para acceder y mantenerse 16 años en el poder, para liderarla transformación de Turquía y su ajuste de cuentas con las élites .“Criado en un barrio humilde, supo hacer ver a los sectores menos favorecidos del país que era uno de los suyos, víctima de las injusticias de‘ los de arriba ’, acosado y perseguido por su deseo de servir al pueblo ”, dicen los autores en un artículo publicado en el diario El País.
En las primeras páginas del libro, una mujer cuenta cómo un día, a mediados de los 80, escuchó un sollozo fuera de su vivienda, se asomó al balcón y vio a su joven vecino, bañado en lágrimas, implorando: “Dios mío, Dios mío, si me haces líder de este país, seré la voz de los oprimidos”. El joven era Erdoğan y la anécdota puede ser cierta o no, pero muestra los mitos alrededor de él y la devoción de sus más apasionados seguidores, “quienes no solo lo consideran un representante de los débiles, sino también alguien tocado por la gracia de Dios”, comentan Topper y Mourenza.
Estudia y sé un hombre
Nada sucede de la noche a la mañana; el líder turco ha recorrido un largo camino desde su esperanzadora, moderna, democrática aparición en el escenario político hasta ahora, cuando su fama de autócrata viaja por el mundo.
Nacido en Estambul el 26 de febrero de 1954, de joven fue un notable futbolista, varios equipos profesionales quisieron ficharlo pero su padre, a quien temía y respetaba, se opuso de manera enérgica. “Estudia y sé un hombre”, le respondió cuando le pidió permiso para dedicarse al futbol. Sus compañeros lo llamaban Imam Beckenbauer. “Jugaba de atacante, pero su garra y su chut de empeine le valieron la comparación con el káiser de la selección alemana, que, en aquellos años de revoluciones, crisis del petróleo y pantalones de campana, sentaba cátedra sobre el césped”, cuentan Topper y Mourenza.
Erdoğan soñaba con ser una estrella, no lo logró en el fut bol y se dedicó ala política, siendo electo alcalde de Est ambulen 1994. Cuatro años después, su lectura en un espacio público de un poema “nacionalista con referencias religiosas” de Ziya Gökalp fue visto por las autoridades como viola torio del Estadolaico, lo desaforaron y metieron ala cárcel. Eso lo catapultó. En una Turquía inmersa en la crisis y la corrupción, Erdoğan encabezó un movimiento de veloz y espectacular crecimiento.En 2001 fundó el Partido de la Justicia y el Desarrollo( AKP ), autodenominado un“movimiento de virtuosos” dispuesto a cambiar “todo el sistema corrupto”, con el cual ganó las elecciones legislativas. De esta manera, se convirtió en primer ministro entre marzo de 2003 y agosto de 2014, cuando ganó las elecciones presidenciales.
Después de más de tres lustros en la cúspide del poder, no ha dejado de fustigar a las élites “económicas y culturales”, a “los de arriba”, quienes nunca lo han aceptado. Para sus seguidores, en cambio, es “uno de los nuestros”, como dice una mujer. Él lo sabe y en sus discursos el “nosotros” aparece constantemente. Está comprometido con los suyos, los defiende, pero exige absoluta lealtad. “Cualquier paso fuera de la línea trazada por él equivale a una traición, máxime si lo da un camarada”, señalan Topper y Mourenza.
Terquedad de espíritu
Nacionalista y conocedor del Corán, Erdoğan heredó de su padre “el carácter irritable y la terquedad de espíritu”; no fue buen estudiante, pero siempre se esforzó por sobresalir, en los deportes, en la literatura, en la declamación. Lo logró en la política, y en el templete se siente a sus anchas, hablándole al “pueblo”. “No nos hemos arrodillado nunca ante nadie y jamás nos arrodillaremos —dice, seguro de sí mismo —. Si alguien quiere desandar el camino, que lo haga. Yo seguiré adelante ”.
La gente lo escucha con embeleso, corea su nombre, sus consignas. “Son sus fans, sus peñas, sus barras bravas. Y, como en el fut bol, sus seguidores lo apoyan incondicionalmente, sin preguntar se por sus virajes ideológico sopor sus cambios de políticas ”, escriben los autores de este extraordinario libro.
Media Turquía lo odia (por ejemplo, los periodistas encarcelados por haberse atrevido a criticarlo, cuando en un principio fue defensor de la libertad de expresión). La otra media lo adora: “Sincera y fervientemente”. Como aquí ahora, con el líder de la 4 Ten el otro extremo ideológico, pero con las mismas ansias de poder y revancha.
Queridos cinco lectores, con indignación por las amenazas de muerte en contra de Guillermo Sheridan, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.