Milenio Laguna

El hijo consentido sigue siendo el Santos

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El Santos tumbó al Atlas en una noche de esas en las que el futbol estableció sentencia de principio a fin: salvo los últimos minutos, el Santos dictaminó las condicione­s y el ritmo de cómo se debía jugar. Bien se podría concluir que el Santos dio una cátedra de presión, de estar encima del rival en todo momento y de tener esa capacidad para desbaratar todo lo que el Atlas intentó (o medio intentó) hacer. Honor a quien honor merece. El Santos va de

menos a mucho más en lo que va de torneo. Ya son 9 de 9 y un equipo que se ha ido soltando el corsé y poco a poco va subiendo como la espuma. Cabe mencionar que el árbitro, con todo respeto, ve y lee el futbol al revés.

La cruda realidad le pegó a un Atlas que vio en el espejo su verdadero reflejo: el de un equipo que había ganado sus dos primeros partidos pero batallando ante sus rivales en turno; lo que su espejo Atlista reflejaba no era una realidad, era una mentira. Un equipo inoperante que ante Santos, y como local, no tuvo la capacidad para armar jugadas de peligro, para articular más de 3 pases y mucho menos para inquietar a Orozco. Contexto que el Santos aprovechó para saciarse de pelota y poder establecer un circuito que el local nunca pudo descifrar. Digamos que la defensa verde todavía no ha sido exigida porque los rivales en turno no los han metido en aprietos.

Y es que los primeros en apretar fueron los de arriba, no permitiend­o que el Atas tuviera oportunida­d

En el duelo de hermanos, los de la Comarca le demostraro­n al mandamás que el Santos sigue siendo el gigante.

de pensar ni en milésimas de segundo. Bien por la ofensiva Santista que estuvo atenta en todo momento; lo de Bryan Lozano es de alabarse. Un futbolista que nuca se rinde ni regala un centímetro a la hora de disputar la pelota. El medio campo, sin ser altamente productivo, supo contener y recuperar. Le falta embalaje porque Ulises Rivas sigue seco y Gorriarán es de una y una: una buena y una mala. Pero el resultado de conjunto es positivo y el Santos cabalga como el mejor equipo del torneo, auspiciado por un aura que lo tiene cobijado para la buena fortuna, respaldada con esfuerzo y buen futbol por momentos.

En el duelo de hermanos, los de la Comarca le demostraro­n al mandamás que el Santos sigue siendo el gigante, el poderoso y el consentido; el orgullo de ORLEGI. Para la afición el de ayer es un triunfo que desvanece las dudas y fortalece las certezas. El Santos cabalga con rumbo firme hacia la liguilla y parece que aún no llega a su máximo potencial. El panorama parece alentador y el camino a seguir no se vislumbra complicado.

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