Milenio Laguna

Escuelas de violencia

- HERIBERTO RAMOS HERNÁNDEZ

Siempre es bueno leer a Mario Bunge. Su obra es extensa y densa, pero también dentro de ella hay textos breves y accesibles como 100 ideas, Provocacio­nes, y Capsulas. Es en este último donde encuentro el breve ensayo del cual tomo en préstamo el título y las ideas de esta columna.

Bunge dice que los humanos “civilizado­s” somos más violentos que los “salvajes”, pues inventamos y usamos armas específica­mente diseñadas para asesinar a otros seres humanos, y que además nos matamos por banderas, fronteras, equipos, religiones, ideas, o dinero.

Así pues, no nacemos violentos, sino que la violencia se aprende, se enseña, se cultiva, y se incita. Bunge distingue cinco Escuelas de violencia:

1.- El hogar autoritari­o, donde padres tiránicos y abusivos dan ordenes sin sentido, castigan cruel y desproporc­ionadament­e travesuras inocentes, utilizan a los hijos como blancos de sus frustracio­nes, y propician un ambiente de agresión y de majadería.

2.- La escuela dogmática, donde por convenienc­ia doctrinari­a se enseña a desconfiar de los otros; a segregar y repudiar a los diferentes, sea por credo, raza, color de piel, orientació­n sexual, género, nacionalid­ad o status social.

Así pues, no nacemos violentos, sino que la violencia se aprende, se enseña, se cultiva, y se incita

3.- Los medios de comunicaci­ón que venden nota roja y amarilla. Prensa, Radio, Cine, y Televisión que salpican de sangre y de morbo su oferta informativ­a, y que se convierten en cajas de resonancia, tan gratuitas como a veces involuntar­ias, del crimen y de la violencia.

4.- La calle y la delincuenc­ia organizada. Es cierto que la pobreza y opresión pueden alimentar la agresión, pero los criminales no lo son por ser pobres sino porque la conducta criminal es muy rentable cuando hay impunidad y ganancias.

5.- El discurso político. Los gobernante­s incitan a la violencia y al odio cuando dividen entre “buenos” y “malos”, entre “ricos” y “pobres”, entre los que están conmigo y los que están contra mí. Las dictaduras empiezan cuando los periodista­s y opositores son amenazados en el discurso presidenci­al para así tratar de tapar la incompeten­cia y el fracaso del gobierno.

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