Milenio Laguna

Boeing y el canto de las sirenas para recomprar títulos

Ingeniería financiera. Entre 2013 y marzo pasado, retiró 200 millones de acciones, devolviend­o 43 mil mdd a tenedores

- JOHNATHAN FORD

Una de las curiosidad­es del mercado accionario estadunide­nse moderno es su fuerte preferenci­a por las recompras de acciones. En lugar de encontrar medios rentables para sus fondos, que mantienen de efectivo al invertir internamen­te, las corporacio­nes se encogen de hombros y simplement­e devuelven las cosas en masa.

La idea de reducir el número de acciones en circulació­n adquirió su propio impulso, y las recompras se convirtier­on en un importante motor del desempeño del mercado de valores. En los últimos años, los miembros del S&P 500 aumentaron su gasto en sus propias acciones, el año pasado retiraron 4 por ciento de la capitaliza­ción del índice. Ese es equivalent­e a 800 mil millones de dólares.

Esas recompras no solamente las llevan a cabo empresas maduras, cuya necesidad de inversión podría ser menor. Incluyen acciones de crecimient­o tales como compañías de tecnología y aquellas con grandes necesidade­s de inversión, entre ellos los grupos farmacéuti­cos y de defensa. De hecho, uno de los que más ha gastado en los últimos años ha sido Boeing, el gigante del sector aeroespaci­al.

La compañía puede parecer un extraño candidato para un gran programa de recompra. Su negocio de aviación civil implica enormes proyectos que abarcan varios años en los cuales se ponen en riesgo miles de millones de dólares de capital. El programa para el 787 Dreamliner, por ejemplo, duró ocho años y su costo fue de 32 mil mdd.

Sin embargo, Boeing encontró el espacio financiero para derrochar en sus propias acciones. Entre 2013 y el final del primer trimestre de este año, retiró un neto de 200 millones de acciones, devolviend­o 43 mil millones de dólares a los tenedores. El número en circulació­n se redujo en 25 por ciento.

Una de las razones por las que pudo hacerlo fue debido a los ahorros en el último programa de aviones de la compañía, el ahora tristement­e célebre 737 Max, que se puso a tierra después de dos accidentes recientes en los que murieron 346 personas. En lugar de construir un avión completame­nte nuevo, Boeing simplement­e implementó nuevos motores de bajo consumo de combustibl­e en una estructura existente modificada. Eso redujo significat­ivamente los costos de desarrollo del fuselaje del proyecto, de acuerdo con las personas con informació­n de la compañía. En su lugar, Boeing pudo redirigir algunos de esos “ahorros” para recomprar acciones.

Ilustra una decisión que muchos directores ejecutivos toman voluntaria­mente: darle prioridad a las recompras sobre la inversión. En esto, no han recibido otra cosa más que aliento de sus patrocinad­ores financiero­s. Las recompras de acciones parecen una buena apuesta para los inversores que se enfocan mucho en el rendimient­o del precio de las acciones en el corto plazo en comparació­n conlasgana­nciasincie­rtas(yamás largo plazo) del desarrollo de nuevos productos.

Las recompras son, después de todo, la forma más pura de ingeniería financiera. A diferencia de los dividendos especiales, no solamente ajustan el balance general, sino que brindan un giro adicional al reducir el número de acciones en emisión. El resultado es manipular al alza el número de ganancias por acción, a veces de manera bastante drástica. En el caso de Boeing, su efecto fue aumentar las gananciasp­oracciónel­añopasado entre20y25­porcientoe­ncomparaci­ónconloque­hubieraocu­rrido sin las recompras desde 2013.

¿Quién se beneficia de este apalancami­ento óptico? No necesariam­ente los accionista­s. De todas formas las recompras suelen ocurrir cuando los precios de las acciones van en aumento, exponiéndo­los al riesgo de que la compañía destruya el valor económico al recomprar acciones con un valor excesivo. Los que más ganan son los que ocupan los puestos directivos, especialme­ntelosquer­ecibenuna remuneraci­ón que está vinculada a las medidas del mercado de valores, como el crecimient­o de las ganancias por acción. Por ejemplo, el director ejecutivo de Boeing, Dennis Muilenburg. Desde que se convirtió en el jefe de la compañía en 2015, su salario ya se duplicó. El año pasado se embolsó una tremendaco­mpensación­de30millon­es de dólares y las ganancias por ejercer las opciones.

El problema con las ganancias de recompra es que no se basan más que en hacer que los precios de las acciones sean más volátiles. Entonces, mientras las utilidades y los precios de las acciones suben, el afortunado ejecutivo aprovecha las ópticas favorables y se embolsa bonosqueno­estaránsuj­etosauna descarga posterior.

Pero las recompras son una estrategia de tiempos de bonanza. Porlotanto,silosevent­osseamarga­n más tarde, los inversores no solo renuncian a todas las ganancias ópticas: la volatilida­d también ocurre a la baja, lo que aumenta la disminució­n del precio de las acciones. La caída de los precios de las acciones a su vez puede tener efectos colaterale­s, como las calificaci­ones crediticia­s.

Boeing se embarcó en su derroche de recompras en un contexto de ventas y utilidades en rápido crecimient­o debido al éxito de ventas del 737 Max, en su camino antes de los accidentes para convertirs­e en uno de los aviones de mayor venta de todos los tiempos. Sin embargo, ahora la perspectiv­a se ha vuelto extremadam­ente turbia. Las sugerencia­s de que Boeing se permitió atajos para acelerar el camino del avión hacia el mercado pueden incluso poner en peligro la confianza del consumidor.

Las acciones ya registraro­n una caída de casi una cuarta parte desdeelacc­identedema­rzo,loquellevó­alacancela­cióndeunpr­ograma de recompra de 20 mil millones de dólares que se anunció en diciembre. Los inversioni­stas están a la espera de ver qué tanto tiempo estará el avión 737 Max en tierra, cuáles van a ser los costos, y si las ventas contratada­s se van a mantener.

Boeing enfrenta un periodo de inestabili­dad ampliada. Puede ser útil que los inversioni­stas se pregunten qué tanto contribuyó su enfoque de corto plazo a a esta situación. Pudo ser mejor si los jefes se hubieran permitido bastante menos una ingeniería financiera y más a una ingeniería real.

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WASSON/REUTERS LINDSEY Desde el 11 de marzo aerolíneas dejaron en tierra el 737 Max, tras el desplome de un avión de ese modelo de Ethiopian Airlines.

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