Milenio Laguna

Crónica de una laguna (3)

- FERNANDO FABIO SÁNCHEZ

Los corredores corren en el Bosque Venustiano Carranza. Corren en pares, a solas y de forma entrecorta­da. Se estiran, dan arrancones, corren y saludan a los demás (algunos sólo caminan).

Corren para medios y enteros maratones, por salud, para perder peso, con ropa deportiva, con zapatos o ropa de dormir. Mantienen su condición física, cumplen con su estilo de ser, o alimentan su inquebrant­able manía (después nadie los aguanta en casa).

Los corredores corren los más temprano posible para evitar el calor. Corren por orgullo ante las transforma­ciones de la edad, la herrumbre de la artritis, a pasos de compás o de robot. Los corredores corren

La ciudad es toda de corredores, a toda hora y sin importar la intensidad del calor

sin miembros, con vitíligo, arropados con sombrero y grandes gafas de sol. En su mayoría son mujeres, en grupos de amigas, madres e hijas, y se mezclan con otros corredores de diferente estatura, género y velocidad: se forman pelotones, algunos con un perro al lado, luego corren solos para volverse a encontrar.

Esta ciudad es de atletas por el bosque. La ciudad es toda de corredores, a toda hora y sin importar la intensidad del calor. Corren autos, motociclet­as, autobuses, bicicletas y camiones de carga. Corren al trabajo, para entregar productos en la ruta, para dejar pasajeros. Los oficiales de tránsito corren tras los corredores para imputarles una infracción, en moto, emparejado­s en patrullas, en el rojo de un crucero.

Corren los taxis amarillos. Al medio día, corren los ciclistas a entregar comida a los oficinista­s bajo un sol de 40 grados. Corren los huber en secretoyco­npasajeroe­nelasiento frontal, temerosos de encontrars­e con la autoridad. Corren autos de lujo y atraviesan niebla de tierra y smog,alrebasarm­ilagrososm­odelos y uno que otro carro de mulas.

En esta Laguna corren las víctimas de la confrontac­ión, de una guerra entre mafias estatales, en el segundo sex enio azul. Corren las almas del pasado, las leyendas, la culpa: el asesinato de más de 300 chinos en mayo de 1911 durante la revolución maderista.

Corre el fuego, la expectativ­a de la lluvia y un vapor tropical al día siguiente. Corren los corredores.

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