¿Quién dijo que no se podía?
La gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció que el contrato que ha permitido tener en el Autódromo Hermanos Rodríguez, al máximo serial del automovilismo deportivo, la Fórmula 1, ha sido renovado por tres años más.
Contrario a lo que muchos críticos opositores del gobierno capitalino habían establecido, cargados de pesimismo y actitudes negativas, esta que está por celebrarse no será la última edición de este evento que ha sido recibido con un entusiasmo inaudito por el público mexicano. Un entusiasmo, hay que decirlo, que ha llamado la atención en todo el mundo pues no son precisamente los mejores tiempos los que vive la Fórmula 1.
Habrá Gran Premio, seguro, en el 2020, 2021 y 2022. Pero lo relevante no es la continuidad sino la forma en la que se estableció el nuevo acuerdo. La doctora Sheinbaum, quizá la política más cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, consiguió que este evento no fuera ya subsidiado por dinero público, situación que sí se dio durante los cinco años del viejo contrato.
El gobierno tanto del país, como el de la capital de la República, ha establecido nuevas prioridades en el gasto y en ellas no está el sostener un espectáculo deportivo de las características de este.
Ahora el Gran Premio de la Ciudad de México será respaldado en su totalidad por dinero de empresas, es decir, de la iniciativa privada. El gobierno de la Ciudad será el huésped y se encargará de que todo funcione como hasta ahora ha funcionado en términos de seguridad, movilidad y servicios para los miles de capitalinos y visitantes de otras partes del país que se vuelcan al autódromo los tres días que dura la competencia.
Pero nada más.
¿Quién dijo que no se podía tener un evento deportivo de calidad mundial con un esquema en el que el gobierno no tuviera que destinar recursos vitales para proyectos de orden social?
¿Quién dijo que un gobierno de izquierda no tenía interés en la Fórmula 1?
El Gran Premio será respaldado por dinero de empresas