Milenio Laguna

Del Priato al Priíto

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Hay algo dramático en la deriva histórica del Partido Revolucion­ario Institucio­nal(PRI). Difícil imaginar, a partir de los restos que quedan, algo de lo que alguna vez fue el partido hegemónico de México.

Penoso espectácul­o el de su última elecciónin­terna,quetieneto­doslosviso­s de una parodia. Los rasgos sobresalie­ntes del PRI en su decadencia son los peoresrasg­osqueacomp­añaronsuau­ge.No se disuelve el PRI en su decadencia con

lo mejor sino con lo peor de sí mismo.

Sobresalen en el estertor los vicios de la antigua fortaleza: el triunfador pactado en la cúpula, la cargada, el acarreo, la compra de votos, el relleno de urnas aunque la contienda estuviera decidida de antemano.

Oprecisame­nteporeso:paranodeja­rnos olvidar que lo que le gustó siempre a este partido fueron las mayorías soviéticas, contundent­es, armadas a la legalita o a la legalona, según expresiónc­anónicadel­os pragmático­sestratega­s desusbueno­stiempos.

Dicen que el actual Presidente electo de la contienda priista dijo a quien lo quiso oír que iba a ganar por tres razones: porque tenía dinero, porque tenía los votos de los gobernador­es de su partido y porque tenía la simpatía del Presidente.

Para nadie es un secreto a estas alturas que el PRI buscará un nuevo lugar como partido político minoritari­o a través del amparo y de la colaboraci­ón con el Presidente.

Pasa de ser el hegemónico al partido satélite de un gobierno

El PRI prestó ya su primer servicio electoral a la causa de Morena en la elección de gobernador de Puebla de este año, donde el PRI obtuvo el 18% de los votos, a costa del candidato de oposición que hubiera podido ganar, Enrique Cárdenas, que perdió por 11%.

El PRI que sobrevive prestará ese mismo servicio en las elecciones que vienen: distraerá votos de la oposición para que puedan ganar los candidatos del gobierno.

Hay una cierta lógica histórica en eso: el nuevo partido en el gobierno comparte conviccion­es del antiguo PRI. Eso que los antiguos llamaban El Ideario.

Destino melancólic­o: el PRI pasa de ser el partido hegemónico de un país a ser el partido satélite de un gobierno.

Actualizan­do al famoso dinosaurio de Monterroso:

“Cuando despertaro­n, el dinosaurio seguía ahí, pero lo habían vuelto una lagartija”.

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