Dejemos la simulación
No sé si sea una buena costumbre o la estrategia eficaz de atraer más lectores a nuestros sitios web, pero lo volvimos hacer. Le dimos rienda a la publicación que anunciaba el doctorado honoris causa por el Colegio Internacional de Profesionistas a Carlos Enrique de Saro Puebla, un joven que vive con síndrome Down.
Quienes leyeron la nota pasaron del asombro a la admiración por lo hecho
del escritor morelense “a pesar” o “encima” de su discapacidad. Ya no me la creo.
Jubilosos dan ‘compartir’ a la nota adornada con un “¡claro que se puede!” “¡son extraordinarios!” y luego en el día a día y a las primeras de cambio les da un trato infantilizado, subestimado y hasta de minusvalía.
Fue el caso del lagunero Paco de la Fuente otro joven con síndrome Down que luego de ganar el Ariel 2017 como Revelación masculina, a estas alturas se cotiza como un actor de talla nacional. Actualmente se le puede ver de lunes a viernes en horario estelar en la serie Sin Miedo a la Verdad que se transmite por el canal de las estrellas.
Pese a dar muestras de su autonomía y determinación, me enteré que hace unos meses fue el invitado a uno de esos programas locales que se lanzan por facebook. Al lado de dos conductores, jóvenes como él, platicarían
Dejemos las falsas admiraciones en redes sociales
de su vida, de sus logros y de sus sueños, pero al tener presente su discapacidad, se les ocurrió “la gran idea” de invitar a otra persona, que estuviera a su lado y lo “ayudara, no vaya hacer que se ponga nervioso y no sepa que decir” ¿?
También sé que no lo consultaron con Paco ni con su staff, simplemente le comunicaron que así se había planeado el programa para evitar “sorpresas”.
¿Y la capacidad de decisión de las personas con discapacidad para determinar si necesita o no el apoyo? ¿Creen que en cada escena de un film o grabación de serie que Paco realiza, es un montaje de post-producción o necesita un extra? ¡Por favor!
Dejemos las falsas admiraciones en redes sociales al citarlos y compartir información que muestran sus logros para luego minimizarlos o subestimarlos cuando entramos en contacto con ellos en la vida cotidiana. Dejemos la simulación. PrimeroPersona.