Milenio Laguna

Que no le avergüence comer una hamburgues­a

Cambiarse al vegetarian­ismo es difícil: una macroencue­sta realizada en los EU en 2014 desveló que 84% de los nuevos vegetarian­os abandonan la dieta en menos de un año

- BJORN LOMBORG*

Coma menos carne es el titular típico de un nuevo informe especial sobre el cambio climático, publicado el jueves por Naciones Unidas. El informe señala correctame­nte la necesidad de mejorar los sistemas alimentari­os mundiales, pero los expertos se están concentran­do en la supuesta necesidad de que las personas en los países ricos cambien radical mente sus hábitos alimentici­os. Esta es una respuesta política in eficaz e inalcanzab­le.

Junto con el informe, el panel de cambio climático de la ONU publicó 20 “puntos principale­s” para los encargados de formular políticas. Solo uno estima el efecto de las respuestas dieté tic as. Se basa en un documento de 2016, que sostiene que si el mundo entero cambiara a una dieta vegana —lo que el IPCC llama el “escenario más extremo”— las emisiones de gases de efecto invernader­o relacionad­as con los alimentos podrían reducirse hasta en70%.

Esto parece más impactante de lo que es: solo una séptima parte de todas las emisiones están relacionad­as con los alimentos. Además, la estimación también presupone que “las personas consumen solo las calorías necesarias para mantenerun peso corporal saludable ”.

Esto parece poco probable. A pesar de décadas de campaña s de alimentaci­ón saludable, mil 900 millones de adultos en todo el mundo tienen sobrepeso. Soy vegetarian­o por razones éticas, pero seamos honestos: el vegetarian­ismo no es la solución ambiental que se vende.

En realidad, hacerse vegetarian­o es bastante difícil: una macro encuesta realiza da en E U en 2014 desveló que 84% de los nuevos vegetarian­os abandonan la dieta en menos de un año. Una reseña literaria de 2015 revelaba que el cambio efectivo al vegetarian­ismo reduce las emisiones de carbono individual­es en el equivalent­e a 540 kilogramos de dióxido de carbono por año. Eso es solo 4.3% de las emisionesd­e una persona promedio en un país desarrolla­do.

También hay un “efecto rebote”. El dinero ahorrado en comida vegetarian­a probableme­nte se gastaráen bienes y servicios, causando emisiones adicionale­s. Teniendo en cuenta eso, otro estudio de 2015 descubrió que volverse vegetarian­o en realidad solo reduce las emisiones individual­es en aproximada­mente 2%. De hecho, el informe del

IPCC cita estudios que muestran que la restricció­n de carne reduce las emisiones en solo 2%, y un impuestos ustanciala­lcarbo no reduciría las emisiones en solo un 0.41%.

En lugar de falsas esperanzas sobreel cambio en la dieta, la atención debería centrarse en mejorar las prácticas agrícolas. Primero, los orgánicoss­on malos para las os tenibi lid ad. Un artículo de 2017 reveló que la agricultur­a orgánica requiere un 70% más de tierra, de media, para producir la misma cantidad de productos que los métodos convencion­ales. Hacer que la producción agrícola de E U sea completame­nte orgánica requeriría convertir un área más grande que California y Texas en tierras de cultivo.

Además, las explotacio­nes agrícolas deben aumentar su productivi­dad. La Revolución Verde de la década de 1970 extendió el uso de fertilizan­tes y las prácticas modernas, marcando una gran diferencia hasta el día de hoy en Asia y América del Sur. Se necesita una segunda Revolución Verde para que la agricultur­a sea aún más eficiente.

Esto implica más gasto en investigac­ióny desarrollo agrícola, desde la cría convencion­al hasta la modificaci­ón genética e incluso la carne artificial, lo que hace que el vegetarian­ismo sea una opción más plausible.La investigac­ión de Copen ha gen Con sen sus estima que elevar el gasto en investigac­ión en 8 mil millones de dólares al año aumenta ría el rendimient­o de los cultivos en un 0.4% anual. Aunque puede sonar modesto, esto mejoraría la seguridad alimentari­a, reduciría los precios y alcanzaría un beneficio social de más de $30 por cada dólar invertido.

Centrarse solo en el vegetarian­ismo el gasto e nI+ D agrícola ._ tiene más que ver con la virtud moral que con la mejora del sistema alimentari­o. En lugar de avergonzar a las personas por comer hamburgues­as, aumentemos

* BJORN LOMBORG ES DIRECTOR DEL COPENHAGEN CONSENSUS CENTER Y AUTOR DE LOS BEST SELLER EL ECOLOGISTA ESCÉPTICO Y COOL

IT. CONSIDERAD­O UNA DE LAS 100 PERSONAS MÁS INFLUYENTE­S DEL MUNDO POR LA REVISTA TIME, UNA DE LAS 75 PERSONAS MÁS INFLUYENTE­S DEL SIGLO XXI POR LA REVISTA ESQUIRE Y UNA DE LAS 50 PERSONAS CAPACES DE SALVAR EL PLANETA POR EL PERIÓDICO THE GUARDIA. ADEMÁS, ES PROFESOR VISITANTE DE LA COPENHAGEN BUSINESS SCHOOL

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